50/50

Crítica de Paula Pérez - La Cinerata

Uno de los varemos que utilizo para medir si una película es buena o no es la frecuencia con que la recuerdo después de verla. Si me acuerdo mucho de ella, es que ha dejado una huella en mí. Si la borro de mi mente, es que no ha hecho ningún mérito en mi persona.
Hace pocas semanas vimos 50/50, una cinta de la que Pabela ya habló magistralmente en su día y que tenía muchas ganas de ver. Sencilla, pero llegando de una forma natural a lo más elemental del ser humano. No es una gran historia. No tiene grandes sorpresas. No tiene siquiera un argumento original. Pero insiste de forma recurrente una y otra vez en mi memoria.

Para los que no la conozcan, se trata de una película sobre el cáncer y sobre cómo una enfermedad grave cambia la vida del enfermo y de quienes le rodean. También trata de las incomodidades sociales y de la necesidad (o el sentimiento estúpido) de “quedar bien” con otro, aún a costa de hacer lo que no queremos.

El film dirige perfectamente a los personajes a través de la sorpresa, la aceptación y el no saber qué hacer.
¿Cómo se supone que hay que reaccionar cuando a uno le detectan algo horrible? ¿Cómo deben actuar los demás? ¿Es un diagnóstico de cáncer el principio del fin? ¿Acaso estamos el resto fuera de peligro? ¿De otras enfermedades? ¿De los accidentes?
Además de las contingencias habituales, Adam -el protagonista- así como todos los pacientes de cáncer tienen algo que los demás no: la necesidad de salvaguardar su existencia de forma activa, ponerse a cubierto y pelear contra el gran dragón. Las posibilidades de vencerlo para el joven son de 50 entre 100. Otros amigos compañeros de quimioterapia, de mayor edad, también se sitúan frente a los porcentajes, cada cual resolviendo su situación con diferente suerte.

Empatizar con Adam fue lo más fácil del mundo. Comprender a Kyle, su mejor amigo, y a Diane, su madre, también. Adentrarse en la evolución lógica de la cotidianidad del joven e involucrarse con él: simplemente inevitable.

Sin mucho drama, incluso con un poco de ingenuidad, fue un placer ver esta película.