27: El club de los malditos

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

Maldición lúdica e intrigante

27, El club de los malditos consolida su estilo con un film ágil, intrigante y cargado de melancolía que cruza con sagacidad el policial, la ciencia ficción y la comedia. La historia retoma la mitología construida en torno del nutrido grupo de músicos populares fallecidos a esa edad por problemas con las adicciones (Robert Johnson, Amy Winehouse, Jimi Hendrix, Brian Jones, Janis Joplin, Sid Vicious y Kurt Cobain) para transformarla en el punto de partida de un relato conspirativo que involucra a un feroz comando paramilitar, un grotesco policía justiciero, masoquista, fanático de Racing y bebedor de jugo de naranja en polvo mezclado con alcohol fino (lo mismo que, se dice, tomó Ricky Espinosa, el líder de la banda punk Flema, antes de su trágica muerte en 2002), y una joven que es testigo involuntaria de un violento crimen.

Diego Capusotto, Daniel Aráoz y Sofía Gala, los nombres fuertes del elenco, lucen a gusto en esa trama lúdica y atrapante que también incluye alusiones a la astrología.