21 La gran fiesta

Crítica de María Inés Di Cicco - La Nueva Provincia

Otra celebración que no deja nada

Adolescentes y jóvenes --de preferencia, varones--, en el tránsito entre el colegio secundario y la universidad. El público objetivo está más o menos claro y la ocasión de ver 21, la gran fiesta puede ser una juntada, una previa; la propia salida al cine en grupo... Un momento para reírse con todo y de nada.
Quizás por esto es que permanece aún en pantalla, aunque en lo medular median cuestiones vinculadas con decisiones de las productoras y distribuidores. No obstante, poco se pierde desde el punto de vista espectador si se espera la salida en video.
En concreto, es una película que viene con los avales de las dos ¿Qué pasó ayer? y que pretende trasladar su esquema a un contexto similar al de la saga American Pie . El resultado es un híbrido-mala copia de ambos.
Jeff Chang --quien como todo mortal nació desnudo y gritando-- cumple 21 años. Aparenta haber cambiado y mucho, pero un par de tragos bastarán para revelar que, en lo básico, sigue siendo el mismo.
Sorprendido por sus dos amigos de la infancia en el campus del colegio, es advertido por su padre de la importancia que, para su futuro profesional, tendrá la reunión de la mañana siguiente con el decano de la Universidad de Medicina. Por eso, Jeff se rehúsa a los festejos que sus amigos le tienen organizados.
Pero la aceptación de una cerveza es suficiente para descarrilarse hasta lo imposible. Perdidos entre los bares, las habitaciones de las chicas y su propia inconsciencia, tendrán que ver el modo de regresar a tiempo y frescos para que Jeff cumpla con el mandato paterno.
Si la gracia del guión de ¿Qué pasó ayer? radicó en el misterio de lo sucedido en horas previas al caos remanente de una despedida de soltero, sus guionistas y directores Lucas y Moore se encargaron de quitársela en su traslado a 21... al realizar un relato prácticamente lineal de las locuras juveniles, a excepción de la primera --brevísima-- escena donde los amigos regresan al campus desnudos y usando medias a modo de taparrabos.
A partir de esos primeros minutos, una trama que pretendía originalidad, decanta en una serie de eventos, de tan vistos, agotados. Incluso --y literalmente-- algunos son de difícil digestión, mientras que otros parecen trasladados sin cortes de misoginia de las típicas películas de adolescentes de los 80.
El trío de actores no es de lo mejor, pero transitan con holgura un título que basa todo su atractivo en los desmanes de los que pueden llegar a ser capaz un grupo con poco cerebro y la "licencia para matar" que creen encontrar en una ID de mayoría de edad.