2012

Crítica de Martín Lipszyc - Comunar

Les dejo la primera reflexión que generó en mí 2012: ¡un final no es sólo una parte de la película!

Sin ahondar al respecto, debo decir que el film tocaba un tema ríspido llevándolo con un ritmo elogiable -sobre todo si se tiene en cuenta que dura más de 2 horas y media…-, pero sobre los últimos minutos la estocada hizo que todo se desbarrancara. Pero a no apresurarnos, vamos a ver de qué se trata.

2012 se inscribe en el género de “película catástrofe” que aventura el fin del Universo. Claro que, como sucede desde hace ya algunos años, esto no ocurre por una invasión alienígena, sino que son los propios hombres los responsables de la decadencia del Mundo por haber descuidado la naturaleza. Al respecto, es necesario mencionar la referencia a los Mayas, quienes desde hace miles de años predijeron que en el 2012 se destruiría el Planeta inevitablemente.

El film comienza con una seguidilla de imágenes de catástrofes naturales que acontecen desde 2009 en adelante, y llegamos así al 2012.

Adrian Helmsley -Chiwetel Eijofor- es un científico estudioso de los cambios ambientales que viaja hasta la India porque uno de sus colegas le advierte que la destrucción del Universo es inminente: el calentamiento del centro de la Tierra se ha producido a velocidades mucho más rápidas que las esperadas. Al recibir el informe, el Dr. Helmsley lo eleva a sus superiores e inmediatamente, dada la importancia del descubrimiento, pasa a formar parte del equipo de expertos de la Casa Blanca. Es cuestión de tiempo para que el Planeta tal como lo conocemos deje de existir, y esto generará la muerte de prácticamente toda la raza humana.

Por otra parte, está Jackson Curtis -John Cusack-, un escritor de ciencia ficción que se ha dedicado en sus libros al fin de los días sobre bases geológicas y científicas. Al no haberse convertido en un autor de éxito, sobrevive como conductor de limusinas, pero este no es su único punto flaco: la madre de sus hijos lo dejó por un médico sumamente exitoso y hacia el cual el mayor de los chicos (de unos 10 años) demuestra un cariño supremo. A pesar de esto, los “ex” mantienen una buena relación, y la historia nos ubica al principio en un fin de semana de camping en el que Curtis se lleva a los niños al Parque Nacional de Yellowstone.

Justo da la casualidad que los equipos de Washington deben investigar sucesos extraños en esa zona, y es así que Curtis y Helmsley se cruzan por primera vez, aunque más allá de una confesión del funcionario de ser un “fanático” del fracasado escritor, no entablan una relación. Sin embargo, a Curtis le parece sospechoso el despliegue en el área, y comienza a atar cabos con lo que ha escuchado del comunicador Charlie Frost -Woody Harrelson-, un hombre que tiene un programa de radio transmitido desde el mismo Parque Nacional. Charlie podrá parecer un loco de remate en primera instancia, pero lo cierto es que es el único que ha acertado con exactitud los cambios climáticos, y ahora asegura que falta muy poco para la debacle inevitable.

Curtis se cruza con Charlie, quien le comenta que los Gobiernos más poderosos del mundo han construido unas naves indestructibles en donde unos “pocos elegidos” podrán sobrevivir al desastre universal. El escritor no le cree mucho, pero toma nota del dato.

Finalmente, y como es previsible, la destrucción comienza de a poco. Primero con algunos sismos, luego tsunamis, inundaciones y demás etcéteras, hechos que convencen a Curtis de ir a buscar a su familia, averiguar dónde están las naves y rescatarlos.

Aquí es donde empieza a trastabillar la trama.

Gracias a Charlie, Curtis se entera de que las naves están en China, y para llegar deberían primero escapar de su barrio para luego tomar un avión hacia el gigante asiático. Esto, aparentemente imposible, no termina siendo tal: la nueva pareja de su ex pilotea avionetas, y con una de ellas llegan al aeropuerto, en donde un magnate jefe del protagonista (recordemos: conduce limusinas) tiene dispuesto un avión…

Lo más interesante es la corrupción en torno a la entrega de lugares en las naves de salvación. Los funcionarios clave de los Gobiernos tienen un asiento asegurado, pero además hay unos 400 mil tickets que han sido vendidos a mil millones de euros cada uno a los hombres más ricos del planeta. La injusticia emana aún en los momentos en los que mayor solidaridad es requerida.

Y sin embargo, lo que podría finalizar como una crítica a las actitudes miserables de los hombres, termina siendo un mensaje tibio, sin castigo, como un crimen sin condena.

Lo cierto es que las razones para ver 2012 pasan casi exclusivamente por los efectos especiales. Ojo, tampoco quiero dejar de destacar la actuación corta pero efectiva de Woody Harrelson. Pero más allá de eso, no tiene sustento como para recomendarla.