1917

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

La visión de 1917, de Sam Mendes, resulta perturbadora en muchos aspectos y coloca al espectador como si fuera parte del conflicto bélico que deja destrucción, muerte y caos. El director de Belleza Americana y las dos películas de James Bond, Skyfall y Spectre, entre otras, prepara el campo de batalla como una suerte de tren fantasma que recorren los protagonistas.

Nonimado a 10 Premios Oscar de la Academia de Hollywood, que incluyen "mejor película", "director" y "guión original", el relato sigue los pasos de dos soldados británicos, Schofield -George MacKay- y Blake -Dean-Charles Chapman- quienes deben cumplir una misión aparentemente imposible a través del norte de Francia durante la Primera Guerra Mundial. Los jóvenes deben entregar una misiva al Coronel Mackenzie -Benedict Cumberbatch- para que suspenda un ataque planeado contralos alemanes para evitar una emboscada que terminará con la muerte de más de mil seiscientos soldados. Y, como si fuera, poco, encontrar al hermano de uno de ellos.

El filme, concebido en un gran plano secuencia como en El arca rusa, sumerge al público y a los protagonistas en el ojo de la tormenta, un verdadero "camino a la perdición", entre trincheras, cráneos, cadáveres y una trampa mortal. En un territorio arrasado y abandonado, el peligro siempre es constante y esa sensación se transmite en la historia que conjuga de manera impactante el aspecto formal -aunque si hay cortes disimulados- con las penurias y el dramatismo de muchas escenas. 

La luz del fotógrafo Roger Deakinsacompaña de manera fantasmagórica con un atrapante juego de luces y sombras que se distorsionan, el periplo de ambos a través de territorio enemigo y con muchas sorpresas para el espectador. La muerte está presente de manera desgarradora y el suspenso se mantiene a lo largo de las dos horas entre detonadores, edificios en ruinas, soldados alemanes y una mujer refugiada con una beba.

1917 es una visión del horror en primera persona, con una puesta en escena milimétrica que moviliza, perturba y molesta, colocando en guardia al público más desprevenido. Un hediondo viaje en el que los dos héroes anónimos no buscan ni gloria ni medallas sino sobrevivir con ansias de reencuentro familiar.