127 horas

Crítica de Martín Morales - MM Críticas

¿QUÉ HAGO?

Junto a una soberbia y bellísima fotografía, Danny Boyle le ofrece al espectador en "127 Hours" una experiencia traumática, en donde el instinto por la supervivencia y la crítica a la sociedad actual están muy presentes, convirtiéndose en una emocionante aventura llena de realismo y de calidad.

Luego de encaminar un viaje sin avisarle a nadie, Aron Ralston queda atrapado en un cañón en el desierto de Utah, en Estados Unidos. En ese momento una piedra se desprende y le cae en el brazo, impidiendo así poder moverse. Él va a tener que encontrar la manera de no desesperarse y salir del aislado y solitario lugar.

Boyle tiene una habilidad innata por transportar al espectador hacia un mundo en el que, pese a presentar diferencias políticas o situaciones de la aberración humana, reina la belleza visual y la maestría a la hora de mostrar en imágenes los paisajes y planos generales. En "Slumdog Millionaire" esta característica quedó muy bien demostrada, mientras que la cámara recorría los barrios pobres de Bombai la fotografía se lucía al manchar con colores saturados cada rincón de las casas, acentuando los tintes propios de las locaciones y de las creaciones humanas. Aquí esta cuestión vuelve a aparecer y el director volvió a crear una situación central de extremidad dramática rodeada de una preciosa y jugada fotografía colorida.

Más de la mitad de la duración de la cinta sucede con una cámara quieta y con el protagonista mirándola y contando sus experiencias vividas hasta el trágico momento. El cuenta sus pasiones, sus preocupaciones, la justificación de su decisión de encaminar ese viaje sin previo aviso, relata los momentos de su infancia que lo marcaron y que lo llevaron a ser lo que es y, especialmente, pensando en un posiblemente falso futuro que tiene en mente. Si bien se puede decir que una cinta en la que hay una sola cámara, un conflicto de intenso dramatismo, una historia basada en hechos reales y una misma locación, pueda entrar en la previsibilidad, Boyle se las ingenió para que el desarrollo de la película sea lo más atractivo, interesante y, principalmente, profundo posible. Acompañó al argumento de una fotografía bellísima, con los colores anaranjados propios de las piedras y arenas del lugar muy saturados; con una banda sonora que acompaña perfectamente el desarrollo de la historia y crea, junto con la imagen, una complicidad muy bien lograda en las escenas más tensas; con una elección perfecta de las locaciones y de los diferentes planos que van formando la película, se destacan los vertiginosos encuadres cenitales a los precipicios y los excelentes planos generales a los paisajes; con un dramatismo y una crítica social muy bien escrita y llevada adelante, vale la pena destacar la escena cúlmine de la cinta, que triunfa no por mostrar físicamente el hecho, sino por darle énfasis a las emociones e impresiones del protagonista al tomar dicha decisión, aunque hay que decir que también tiene mucha sangre y una conjugación de los efectos de sonido escalofriante; y, uno de los mayores aciertos de la cinta, una elección del elenco impecable.

Como lo fue también en "Buried", si una película en la que hay un solo conflicto central y un solo protagonista que debe llevarse al hombro todo el desarrollo de la historia no presenta una elección acertada del actor principal, la cinta puede estar sobreactuada y puede tornarse poco realista. Aquí el protagonista está interpretado por James Franco, quien no solo le pone mucha emoción a su rol y una verosimilitud extrema a cada una de sus reacciones y sentimientos, sino que lo dota de una comicidad y una alegría desbordante que por momentos desconcierta, pero que tiene una intensión muy clara: su personaje quiere vivir y va a hacer todo lo posible por lograrlo. Una gran actuación, que hace sufrir al espectador, que lo tranquiliza y al mismo tiempo lo entretiene, realista, pura, auténtica y, por sobretodo, emocionante.

"127 Hours" es una película muy bien fotografiada, que economiza muy bien sus recursos, con una banda sonora perfecta (el momento del brazo es muy fuerte, y la música lo intensifica) y una actuación protagónica por parte de James Franco sorpresiva. Una clase a lo Danny Boyle de cine.

UNA ESCENA A DESTACAR: el momento más esperado de la película, el brazo.