Del teatro al cine llega esta historia de mujeres imaginada por Azul Lombardía, un tour de forcé para Maruja Bustamente y Mónica Raiola, que deberán chocar entre sí para ver quién es más hábil para detectar la mentira y la traición en la otra.
Con la excusa de poner al día ritmos y melodías, la película atraviesa la historia del jazz en Argentina con una perfecta mezcla de documental y ficción que sorprende por su simpleza y honestidad. Para salir bailando de las salas.
Pese al intento de su director Alberto Masliah, de construir un policial diferente, y a un elenco encabezado por Pablo Rago, y con interpretaciones de Calu Rivero, Gerardo Romano, Roberto Carnaghi, entre muchos otros, “El sonido de los tulipanes” falla por su ambición de abarcar demasiadas líneas temáticas en su narración. El otro y grave problema de la propuesta es la potencia con la que maneja el relato, con una gran habilidad para confundir al espectador en varios pasajes de su desarrollo con una puesta que atrasa y que pierde verosimilitud escena tras escena. Así como el público, el personaje central (Rago), intenta desandar un laberinto en el que se ve involucrado y que se acentúa tras la misteriosa muerte de su padre (Carnaghi) y en el que hay una oscura mafia que atraviesa todos los ámbitos de desarrollo. Su personaje, un periodista que intenta desnudar la corrupción y complicidad política en una historia que remonta vestigios aún no esclarecidos del pasado, es dibujado de manera muy liviana, con una taza de café siempre pegada en la mano, y en la otra un cigarrillo. Este estereotipo del periodista de investigación, ha sido abandonado por las producciones culturales hace muchísimo tiempo, y en ese dato, con el que Masliah desde presentar al personaje, hay un intento por superar las falencias generales de la fallida propuesta. La película trabaja la acción con la contraposición de fuerzas, así, hay buenos y malos, buenos demasiado buenos, malos malísimos, y con eso se cree armar el campo para la batalla de fuerzas, en las que con poco tino se hablan de temas de agenda y actualidad pero sin una dramaturgia acorde al género. “El sonido de los tulipanes” es una ambiciosa propuesta que se queda a medio camino entre el thriller y un policial de características costumbristas y que pierde fuerza ante la dualidad de la configuración de los personajes, que deambulan entre el estereotipo más acentuado y una mirada un tanto confundida sobre el periodismo, la justicia, la libertad, y otros valores y conceptos que son sólo dibujados con trazo grueso y poca profundidad. Así, por ejemplo, si aparece un juez, éste es trabajado como un grotesco ser malvado, lo mismo con los periodistas que se alinean al poder, que en un primer momento tal vez se los dibuje como seres en busca de la verdad, pero luego, dinero mediante, cambian esa épica heroica de la investigación hacia un lugar poco feliz. Entre el trazo grueso y la caricatura los actores hacen lo que pueden, con un Pablo Rago sólido, que vuelve a calzarse el rol de periodista (ya lo había hecho en la teleserie “Primicias” de Canal 13, producida por Pol-Ka), solvente, que hace lo que puede con los parlamentos y situaciones que el guion le propone, en una propuesta que cae en lugares comunes, estereotipos, confusiones, expulsando al espectador del relato y haciendo odiar a cada uno de los personajes que se presentan.
La ópera prima de Gonzalo Zapico, “El bosque de los perros” (Argentina, 2018), es un viaje hacia el interior de una mujer llamada Mariela (Lorena Vega) y sus intentos por superar el pasado, olvidarlo y avanzar con su vida hacia espacios diferentes que la reconforten y le permitan continuar, como puede con sus tareas. De regreso en el pequeño pueblo que la vio nacer, quince años después de algunos sucesos que no quedaron en claro para nadie, Mariela recorre el lugar con extrañamiento, como si quisiera reconectar con el espacio pero con cautela y a la vez paso firme. Zapico construye a esta Mariela de una manera fuerte, a pesar que su mirada, su andar, sus palabras, demuestren un ser herido por el pasado y que quiere renegociar su presente, y que huye de preguntas y de personajes que se acercan para preguntarle si ella es quien creen que es. Vega posee una presencia casi excluyente en el relato, y se pierde en la pantalla con miradas y expresiones que garantizan una continuidad narrativa aún cuando no haya palabras que salen de su boca. Excepto cuando la narración se sirve de la utilización de flashbacks como raccontos de un pasado que brota en cada paso que Mariela da en el pueblo, trazos de un triángulo amoroso que culminó en hechos traumáticos que la marcaron a fuego para siempre, su fuerza actoral es única y clave para esta historia. Zapico desarrolla su película en paisajes que podrían ser los de su Río Gallegos natal, pero que al contar una enigmática historia universal, de travesuras y juegos que terminan mal a la hora de la siesta, de ritos que incluyen muertes de animales para afianzar vínculos, el mensaje se puede trasladar a cualquier punto geográfico. Con atmósferas opresivas y una conexión indivisible con Mariela, “El bosque de los perros” es un logrado ejercicio autoral en el que las premisas de la historia comienzan a jugar entre ellas para organizar una narración fluida. Lorena Vega potencia a Mariela con una cuidada actuación que revalida, en tiempos de empoderamiento femenino, un protagónico necesario y acorde a la propuesta, contraponiendo la energía de su personaje a la de Guillermo Pfening y Marcelo Subiotto, quienes se convertirán en la presa por la que luchará hasta el último minuto de la película.
Han pasado muchos años para que la saga Pokemon llegara a las pantallas y en forma de live action. Película de intriga y acción, en la búsqueda de un joven por su verdadera identidad, los famosos personajes interactúan en una lograda combinación que será del disfrute de los más pequeños. Pikachu es entrañable.
Historia de amor y desamor de dos seres que se aman pero que a la vez saben que en la libertad de cada uno está la clave para seguir juntos. Una imagen simil diapositiva ayuda a enmarcar esta historia que deja un sabor amargo como aquellos amores imposibles.
La película posee la virtud de cuestionar y cuestionarnos a la vez que desarrolla una inquietud basada en el preconcepto que el confort y la vida en la ciudad siempre será mejor que aquella que no se basa en los estereotipos de la sociedad capitalista. Documental necesario para absorber la sabiduría de aquellos que dejaron todo para ser felices fuera de las grandes urbes.
Sencillo y honesto relato sobre vínculos, arte, pasión por las pinturas que encuentra el tono justo para narrar la complicidad entre el protagonista y su nieto en la difícil búsqueda de una firma. Klaus Haro vuelve a dar una lección de cine sin caer en lugares comunes a pesar de lo ya trabajado del tema.
Buen tema, mala película. Así de simple, sin más vueltas. Sean Penn y Mel Gibson hacen lo imposible por llevar adelante un relato que se pierde en sus propias premisas, con una realización que prefiere regodearse en detalles escabrosos de la vida de uno de los creadores de la Enciclopedia Britannia que en la humanidad del relato.
Tal vez la más osada, transgresora, equilibrada, sutil, desprejuiciada película que el cine argentino ha ofrecido en años. Un viaje al infierno personal de los protagonistas en medio de la amenazante naturaleza. Alejandro Fadel ofrece una experiencia UNICA en una película deslumbrante que hay que ver SI o SI, y en cines.