Luego de la exitosa serie de HBO, “Chernobyl” (2019) creada por Craig Maziny y dirigida por Johan Renck, llega “Chernóbil: la película”, el film de producción rusa dirigido por Danila Kozlovsky, quien también actúa, en un rol protagonico. Estreno en cines: 21 de octubre. La película que narra el accidente nuclear ocurrido el 26 de abril de 1986 en la central Vladímir Ilich Lenin en la ciudad de Prípiat (entonces la RSS de Ucrania, más tarde Ucrania), que provocó la muerte de 31 personas y la evacuación de otras 116.000 toma como eje central a tres protagonistas, quienes a escasas horas de la explosión arriesgan sus vidas para bucear en aguas que se encuentran en elevadas temperaturas, insoportables para el cuerpo humano y altamente contaminadas, con el objetivo de drenar el agua del reactor para evitar un desastre mayor. El relato se inicia ocupando los primeros minutos para contextualizar lugar y tiempo, mediante un gran trabajo estético de ambientación, entre casas, calles, autos y vestuario que reflejan claramente una época. A su vez, se presenta a la figura principal: Alexey, un bombero, que lidia con sus propios demonios dentro de su complicada vida personal, a pesar de ser un ejemplo en su trabajo. En este sentido, la trama por demás conocida y narrada anteriormente en series y películas, se desarrolla con una estructura típica de historias de catástrofes y con sus propios clichés del género. Sin embargo, lo que la torna verdaderamente interesante es su enfoque hacia la psiquis de los distintos personajes, tanto en aquellos en que recae la responsabilidad de tomar las principales decisiones, dentro de un dificultoso panorama que no les permite detenerse a elaborar planificaciones poniendo en riesgo sus vidas para salvar al resto de la sociedad, como en esas personas que sin ser protagonistas deben empezar un nueva vida. De esta manera, el realizador toma la decisión de no entrar en detalles sobre el desastre sucedido buscando responsables, sino que dirige la mirada hacia el interior de aquellas experiencias humanas recayendo en sus reacciones. Personas que llevan una vida dentro de la cotidianidad y que se advierten transformadas ante los terribles hechos, cambiando de forma inevitable sus propias existencias. En definitiva, una película que bajo el manto de la construcción histórica se sumerge en el drama de diferentes familias, reflejando sus miedos e incertidumbres frente al horror del accidente nuclear. Dejando en claro los graves efectos de la radiación sobre el ser humano, sin la necesidad de golpear con imágenes que grafiquen de forma explicita, consiguiendo de todos modos perdurar en la mente del espectador.
“Desequilibrados”, una película de Juan Baldana Estreno: 14 de octubre en el Cine Gaumont Marzo del 2020. Se ha decretado el aislamiento social y obligatorio debido a las primeras víctimas por Coronavirus. La sociedad debe permanecer en sus casas y limitarse a salir, solo para la compra de alimentos y medicina. El virus circula por el mundo sin encontrar oposición y el conocimiento que se tiene sobre este es limitado. La Organización Mundial de la Salud declara la pandemia. La normalidad tal y como se conocía llega a su fin. En este contexto, de calles desoladas y personas encerradas se encuentra Rodo, un abogado que lleva largo tiempo enfocado en finalizar la escritura de un libro sobre Silvio Gesell, creador de la economía natural. Así, en ese estado de encierro y soledad surgen las primeras complicaciones para el protagonista, la presión editorial por el retraso de su obra y el momento de crisis con su pareja son situaciones complejas que se empeoran debido a la distancia. Asimismo, el estado de salud de Rodo se transforma en un nuevo inconveniente, se siente débil y con algunas líneas de fiebre, que a pesar del paso del tiempo se mantienen, sin respuestas efectivas de médicos por videoconferencia que realmente lo ayuden. De esta manera, en casi un único escenario durante todo el film, el realizador consigue mediante una combinación de tomas, en donde prevalecen los planos cortos y un extraordinario uso del espacio transmitir de forma precisa una atmósfera, que con el transcurrir de los días se va tornando opresiva, confundiendo y alterando los sentidos del protagonista. En ese marco, la película indaga en el encierro, tanto físico como intelectual de un personaje, que a medida que pasan los minutos manifiesta una sensación de agobio y claustrofobia en aumento. Un papel interpretado de forma soberbia por Miguel Di Leme, en un excelente trabajo gestual y corporal que le exige exponer una progresiva degradación, tanto física como mental. Un relato, que expresa de modo tangible aquellos primeros días de confinamiento, en donde miles de sensaciones fueron surgiendo del interior de cada ser humano, siendo la incertidumbre el principal sentimiento de cómo y cuando se pasará de una normalidad prepandémica a una pospandémica. En definitiva, una historia en la que el espectador no podrá evitar identificarse casi de forma completa.
Crítica de “Una educación parisina” Un film de Jean-Paul Civeyrac El noveno largometraje del director francés llega a las salas de cine el 30 de septiembre, tres años después de su estreno en el festival de Berlín. Étienne es un joven de clase media alta, con una personalidad introvertida y una evidente pasión cinéfila, que toma la decisión de abandonar su ciudad, la comodidad de su vida con sus padres y una relación en pareja de seis años, para ingresar a la universidad de cine de París y abrirse camino en la realización cinematográfica. De esta manera, el protagonista inicia un nuevo camino, en una ciudad en la que se respira cine. Lugar donde se relaciona con otros jóvenes dentro de un universo de descubrimiento cultural y en donde tanto el cine, como la música y la literatura son los principales propósitos dentro de sus vidas. En ese marco, es que recae el conflicto primordial del relato acentuando estas interacciones, que se producen entre Étienne, en su nueva vida parisina y sus recientes amistades. Discusiones juveniles que se brindan en torno al cine tradicional y de vanguardia, que se disipan en el bar, en la calle o en la cama de algún cuarto. Allí, se exponen las diversas visiones sobre el arte cinematográfico, en donde las historias personales de los estudiantes, se mezclan reflejándose en sus relatos al momento de realizar sus películas. En este sentido, el film busca dejar en claro la importancia del cine, tanto en su compromiso político como en la vida. Jean-Paul Civeyrac decide con precisión filmar esta historia en un romántico blanco y negro, trasmitiendo mediante la estética audiovisual una fehaciente nostalgia en las imágenes y el recuerdo de aquellos años de la nouvelle vague, movimiento cinematográfico de notable influencia en la obra del autor y más que importante en la vida de todo cinéfilo y cinéfila o estudiante del séptimo arte.
“A puertas cerradas” de Costa-Gavras. Crítica. El poder del pueblo se define en reuniones privadas. Ricardo De Luca Hace 7 horas 0 22 La nueva película del cineasta greco-frances Costa-Gavras, se estrena el próximo 2 de septiembre. El film está basado en el libro “Comportarse como adultos: Mi batalla contra el establishment europeo”, escrito por Yanis Varoufakis, ex ministro de finanzas griego, quien narra su enfrentamiento con la dura crisis económica del país y las difíciles negociaciones de la deuda. Además de denunciar el sombrío funcionamiento de la Unión Europea. El director vuelve a estrenar un largometraje luego de siete años y su retorno llega en tiempos donde la crítica social ha quedado algo relegada, por un cine superficial, colmado de efectos especiales y con el único objetivo de entretener a los espectadores. En “A puertas cerradas”, Costa-Gavras fiel a su estilo desembolsa una historia inspirada en hechos reales, haciendo foco en la situación socio-económica de Grecia y su período crítico del año 2015. El compromiso permanente en toda su filmografía es nuevamente evidente generando un cine político y social, de reflexión y por lo tanto, también de opinión. De esta manera, mediante una exploración ficcional se observan los desafíos del gobierno de Alexis Tsipras en sus primeros cinco meses de gobierno, en plena crisis económica. La trama se desarrolla desde el punto de vista del ministro de finanzas, Yani Varoufakis, a quien la cámara persigue sin perder el rastro en cada una de sus acciones, dentro de las reuniones que se llevan a cabo, entre los líderes políticos europeos. En este sentido, se exponen los diversos enfrentamientos versus el FMI, la Unión Europea y los enviados de bancos internacionales en busca de negociar la deuda y de eludir lo que puede ser la debacle social de Grecia. De esta forma, una interminable ronda de reuniones, en donde las largas conversaciones podrían desembocar en un relato lento, se presentan con gran maestría, de manera intimista y buen ritmo. Escenas que se acompañan con la maravillosa música del compositor Alexandre Desplat, ganador de dos Premios Óscar por sus bandas sonoras, para las películas “El Gran hotel budapest” y “La forma del agua”. Así, el octogenario cineasta, un autor comprometido con un cine político y social, pero sobre todo de denuncia, involucra al espectador a prestar plena atención y compromiso. Al enfrentarse a la cruda verdad que se vislumbra sobre los organismos financieros europeo y sus propuestas económicas, que no denotan ni un mínimo de desvelo sobre la pobreza y desigualdad de un pueblo, sino por el contrario, se encuentran impacientes por no dilapidar sus intereses y privilegios. En conclusión, una película que centra el foco en un específico territorio en particular, que podría parecer lejano. Sin embargo, el espectador, con certeza y sin importar a que región pertenezca, podrá sentir una clara
“Cicatrices” de Miroslav Terzic. Crítica. La única lucha que se pierde es la que se abandona. El próximo 26 de agosto tendrá su estreno el segundo largometraje del director serbio Miroslav Terzic. Drama psicológico inspirado en hechos reales, en el que se involucra a médicos, enfermeros, policías y funcionarios del registro civil, en el horrendo caso de robo de bebés recién nacidos, en hospitales para su venta ilegal. Ana es una costurera que vive en un modesto departamento en la ciudad de Belgrado, Serbia. Con su marido Jova, un personal de vigilancia nocturna y su hija adolescente, Ivana. Hace 18 años se le informó que su hijo recién nacido estaba muerto. Sin la posibilidad de ver su cuerpo y ni siquiera saber el lugar de su entierro. Desde ese entonces, Ana ha tenido la sospecha de que su hijo está vivo. Su lucha por encontrar la verdad, luego de muchos años, se acrecentará con la aparición de una mujer, perteneciente a una asociación, que se dedica a resolver casos de bebés recién nacidos desaparecidos misteriosamente. Casos que se indican principalmente en los años 90 durante el derrumbe de la ex Yugoslavia. A continuación, la protagonista ayudada por una empleada del registro civil descubrirá ciertas irregularidades, en los archivos del hospital en la sala de maternidad. Al enfrentar a la policía, médicos y otros funcionarios, es desestimada y acusada de mantener una fantasía en su mente, al no poder superar el duelo. Ana es una mujer silenciosa y de pocas palabras. Sin embargo, tanto por los gestos que denotan su rostro, como por su expresión corporal se puede dilucidar su padecimiento interior. Una madre perturbada que lleva a cuestas el cansancio y el sufrimiento, que establecen tantos años de lucha contra la indiferencia y la impunidad. No obstante, sus energías no decaen, sino por el contrario se torna más fuerte, resistiendo en esa búsqueda de la verdad, que su corazón le indica y exige. Remarcado desde su oficio de costurera en donde se la puede observar, por momentos concentrada junto a su máquina de coser hilvanando los distintos tramos de telas, como si fueran piezas de un rompecabezas, que como en su vida deben ser reconstruidos. Miroslav Terzic, narra la historia de manera directa, sin la necesidad de abundar en diálogos, ni caer en sentimentalismos fáciles. Con un magnífico manejo de cámara, que se refleja al momento de decidir los diferentes planos, describiendo por si solos el contexto emocional de cada escena. Movimientos y cortes secos, que van de un plano general a un primer plano y viceversa, trasmitiendo así la tensión de la protagonista y manifestando también una sensación de desconcierto, que existe permanentemente en ella.
“J’accuse- El affaire Dreyfus” de Roman Polanski. Crítica. El complot antisemita que dividió a Francia. El nuevo film del cineasta franco-polaco, ganador del Gran Premio del Jurado del Festival de Venecia de 2019, segundo en importancia luego del León de Oro, se estrena el 19 de agosto. La película es una adaptación personal del llamado “Caso Dreyfus”. Hecho histórico que convulsionó a la sociedad francesa de finales del siglo XIX por el pésimo accionar de la justicia, que impulsada por intereses ideológicos, políticos y antisemitas condenó a cadena perpetua al capitán judío del ejército Alfred Dreyfus (Louis Garrel). En la Isla del Diablo, fortaleza penitenciaria situada a unos pocos kilómetros de la Guayana Francesa. Acusado con evidencia muy débil, de colaborar con los alemanes proporcionándoles documentos secretos. Roman Polanski narra los años que duró la investigación a través del coronel George Picquart (Jean Dujardin), quién asume en 1895 al mando del servicio de inteligencia francés y desde su posición inicia una lucha por desenmascarar las mentiras y dar luz a la verdad, impidiendo así que el caso quede en el olvido. Sumido en un camino de descubrimiento dentro de un juicio colmado de engaños y corrupción. Picquart comienza a relacionarse con distintas personalidades, que se comprometen en la lucha por la verdad. Como es el caso del novelista Émile Zola, quien elabora un alegato titulado “Yo acuso…!”, a favor del capitán Dreyfus, en forma de carta abierta y publicado por el diario L’Aurore en primera plana. En donde expresa su indignación y señala con nombre y apellido a los responsables del complot. De esta manera, el cineasta nos sumerge en las oscuras intrigas del ejército francés, con un excelente trabajo de ambientación y dirección de arte, desde los uniformes militares hasta la elaboración de los carruajes y viviendas, logrando una brillante recreación de época. Además, de un guion que adapta con gran fidelidad a los hechos, en ocasiones recurriendo al flashback para zambullir de lleno al espectador en la historia, sin dejar detalle librado al azar. El talento del realizador se ve reflejado en el desarrollo del relato, de poco más de dos horas, consiguiendo exponer de forma ágil, principalmente, después de la segunda parte del film, un hecho que se prolongo durante 12 años. Siendo un proceso complejo y muy dificultoso en términos de la construcción de un culpable y como las distintas instituciones tomaron una posición de indiferencia ocultando a los responsables. En definitiva, una película de gran producción y una efectiva construcción narrativa, que se destaca por su tratamiento detallista. Sin ubicarse dentro de las mejores obras de Polanski (El pianista, Barrio Chino, Repulsión, El bebé de Rosemary). Un film que dialoga con temas que siguen teniendo vigencia en el presente, como el antisemitismo, el incorrecto accionar de la justicia y los prejuicios sociales que impiden ver los hechos con claridad. Dirección Montaje Arte y Fotografia Música Actuación En 1894, el capitán francés Alfred Dreyfus, un joven oficial judío, es acusa
“Todos tenemos un muerto en el placard o un hijo en el closet”. Crítica. Pactos de silencio. La película escrita y dirigida por Nicolás Teté tendrá su estreno el día 12 de agosto en el cine Gaumont y espacios INCAA. Además podrá verse por Cine.ar TV, el jueves 12 a las 22 hs y el sábado 14 a las 22 hs. En tanto, desde el viernes 13 de agosto por única semana estará gratis por Cine.ar play. El film que obtuvo el premio del público en el Pride Queer Film Festival en Australia narra la historia de Manuel (Facundo Gambandé), un joven que vuelve a su pueblo natal, para la celebración de aniversario de boda de sus padres. La última vez que compartió un evento familiar fue hace varios años, en una cena de Nochebuena donde decidió contarles a sus padres sobre su sexualidad. La primera imagen que abre la película, es la de Manuel corriendo, si bien corre a modo de entrenamiento junto a su pareja, esto será un símbolo de ese enfrentamiento con el que, el protagonista debe lidiar en sus relaciones familiares, al escaparse constantemente ante la no aceptación de sus padres. Al entrar a su casa de nacimiento, una alarma comienza a sonar, como si este hijo que vuelve para ver a su familia fuese un intruso y a pesar del emotivo recibimiento, tanto de su padre Luis (Diego De Paula), como de su madre Clara (María Fernanda Callejón), una atmósfera de incomodidad se genera al instante. Es aquí cuando los pactos de silencio parecen tambalearse, pactos que surgen a veces de manera implícita y otras tantas de forma explícita, pero que de todas formas intentan ocultar situaciones fingiendo, que algunos hechos no han sucedido. En este sentido, Manuel intenta por todos los medios acercarse a sus padres, para hablar de su pareja y proyectos juntos, sin embargo estos esquivan la conversación, sobre todo en espacios públicos. Actitud que se verá luego en otras situaciones, con los otros hijos, dejando en claro el control que los padres quieren inferir hacia las apariencias, más preocupados por “el qué dirán” que por cuestiones afectivas. Una película, que no busca caer en golpes bajos, ni sumergirse en el típico drama del protagonista, que sufre a escondidas. De esta forma, el realizador conduce con gran destreza el relato, para que se desarrolle de tal manera, que el espectador pueda disfrutar de la trama a pesar de la problemática planteada, con situaciones y diálogos que resultan cotidianos y reflexivos, dentro de algunos ámbitos territoriales, enmarcados aún por la discriminación y el discurso homofóbico. Dirección Montaje Arte y Fotografia Música Actuación Manuel viaja a su ciudad natal, para el aniversario de boda de sus padres, un viaje que despertará antiguos asuntos familiares. User Rating: 4.73 ( 2 votes)
“Martín Eden” de Pietro Marcello. Crítica. Un viaje de transformación a través de la cultura. La película del director italiano Pietro Marcello, que se estrena el próximo 5 de agosto, es una adaptación libre de la novela homónima del escritor Jack London publicada en 1909. Una historia autobiográfica, que el realizador traslada desde Oakland, en California, en la versión original hasta Nápoles, en el sur de Italia, para Introducir su impronta en la obra añadiendo nuevas particularidades, dentro de una cultura que se construye más familiar para el cineasta. El protagonista, que lleva el nombre del film interpretado de manera magnífica por Luca Marinelli, es un joven autodidacta, humilde y de pueblo, que se gana la vida trabajando como marinero. Sin embargo, su vida iniciará una transformación el día que defiende al adinerado Arturo Orsini de recibir una paliza por un trabajador del puerto. El chico de familia rica, en agradecimiento invita a Martín a su mansión, sitio en donde el inmaduro navegante conoce a Elena, hermana de Arturo, de la que se verá intensamente atraído. Elena será la fuente de inspiración del protagonista, que comienza a ilustrarse así mismo descubriendo en su enamorada la pasión por la lectura y la escritura. Escenario que transporta a Martín a una obsesión por convertirse en escritor enfrentando los diversos obstáculos. Ilusionado en alcanzar el éxito, que lo sitúe en una alta posición económica, similar a la familia de Elena. Es así, que en busca de superar su status, Martín empieza una nueva vida, entre la realización de duros trabajos, necesarios para subsistir y su deseo de llegar a ser un gran literato, que lo lleva a embarcarse en un mundo de conocimiento alcanzado por grandes obras literarias de poetas y filósofos, en donde también se cruzará con ideas socialistas y de izquierda. De esta manera, se expone la vida del joven marinero, que en esta búsqueda insaciable, escribe sin parar a pesar de las frustraciones al recibir de regreso sus escritos, rechazados a la hora de ser publicados. Entre tanto, Martín martilla las teclas de su máquina de escribir, transformando este sonido en una especie de banda sonora, que acompaña el montaje de imágenes que se suceden en paralelo. Este será un camino dificultoso, del cual el protagonista no solo deberá soportar los rechazos de los editores, sino también los de su enamorada y de por supuesto, su familia burguesa. En una Italia marcada a fuego por los diferentes conflictos políticos, como el fascismo y la guerra, aunque no se remarque con exactitud la época en que transcurre el relato. Es decir, una historia anacrónica, que sin embargo busca subrayar el surgimiento de los diferentes movimientos sociales y el crecimiento intelectual de un hombre en solitario y en permanente lucha por sus ideales. Disponible en las siguientes salas:
Ambientada en la bellísima ciudad de la Toscana, la historia se centra en la vida de María Linde (Krystyna Janda) una poeta polaca, judía, ganadora del Premio Nobel, quién pasa sus días rodeada por su familia, compuesta por un amable y afectuoso esposo, una hija y dos nietos, además de amigos y admiradores. En un principio, todo parece funcionar a la perfección, la hermosura del lugar, la excelente comida y los buenos vinos acompañan de manera inmejorable el exitoso momento de la escritora. Sin embargo, esos minutos iniciales que aparentan exponer a una mujer completa y a la que nada le falta, se contraponen rápidamente, cuando se muestra a la protagonista en un vínculo extramatrimonial con un joven egipcio, dueño de un restaurante. Como si buscase en esta relación sentimental revivir su espíritu libre y rebelde.
“El Nombrador” de Silvia Majul. Crítica. Un homenaje imprescindible y más que merecido a un símbolo de la música en Argentina. Film documental sobre la vida de Daniel Toro, uno de los cantautores de folclore más importantes de Argentina, que mantiene viva su voz en el pueblo a lo largo del país, por medio de su obra y a través de otras voces. Narrado por su hija Daniela, quién durante un viaje al encuentro con su padre repasa sucesos, canciones y momentos conmovedores, así también como los años oscuros de la dictadura, la censura y las intervenciones quirúrgicas de garganta que debió padecer y que fueron disminuyendo su voz, pero que jamás pudieron ni podrán apagarla. El documental se desarrolla mediante imágenes de archivo en donde se muestra a la ciudad de Cosquín, tierra donde dio sus primeros pasos con la guitarra dando inicio a su carrera, como también entrevistas y testimonios, en las cuales Daniela oficia de interlocutora entre el espectador y los artistas admiradores, que se ven influenciados por su música, como Abel Pintos, Víctor Heredia y Diego Torres, así también como su amigo Mario Arce y los hijos de Daniel quienes interpretan sus canciones heredando el legado, de la misma manera que lo hace Ricardo Mollo en un momento sublime del film. La realizadora ordena la historia en fragmentos, citados: “fuego” “agua” “viento” y “tierra” como si quisiera establecer de esta manera una traducción a esas múltiples interrelaciones que se establecen entre la naturaleza y la cultura. Además titula el film del icono del folclore argentino como el nombre de su primer disco, aquella joya lanzada en 1967 que ha viajado por distintas generaciones al igual que se expone el documental, repasando esas canciones que expresan una época, pero que sin embargo no se apagan con el irremediable paso del tiempo, sino que por el contrario se hacen cada vez más fuertes.