Zonda: folclore argentino

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Un país a través de su música y la lente de Carlos Saura

Con importantes figuras del género, el film es la concreción de una idea de puesta en escena deudora del teatro más que del cine

Luego de Tango (1998), Fados (2007) y Flamenco (2010), los viajes turísticos-cinematográficos del otrora personal cineasta español Carlos Saura se detienen en una nueva estación: el folklore (¿por qué con “c”?) argentino, sus ritmos, sus músicos canónicos y exitosos y la particular forma en que se presentan una serie de números con su correspondiente puesta en escena. Ayudado por la invasiva luz del Chango Monti, el documental-musical o, en todo caso, el film que cuenta con la performance de un listado/elenco de primeras figuras, más que tratarse una película, apunta a conocer al folklore nacional como si se tratara de un catálogo de grandes éxitos para ser explotado en el exterior o en el hall central y salas contiguas de los aeropuertos en actitud de espera o antes de subirse a un avión. No está mal pero es muy poco, casi nada, si se piensa que Zonda, folclore argentino sólo se dedica a dividir en cuadros la representación de cuecas, sambas, bagualas, chacareras y otros ritmos y formas que identifican al país desde el punto de vista musical. De esta manera, se está ante la posibilidad de elegir un número en desmedro de otros en donde, a puro gusto personal, los mejores vendrían por el lado de Liliana Herrero con su particular versión de "Luna tucumana" o a través de "Vidala para mi sombra" entonada por Pedro Aznar. Pero también hay lugar para los homenajes, como si se tratara de la ceremonia del Oscar, ya que Zonda muestra imágenes de Mercedes Sosa y el imbatible "Todo cambia" presenciado por un grupo de chicos con guardapolvos blancos, en una escena didáctica y hartamente escolar, y también Atahualpa Yupanqui con "Preguntitas sobre dios", en este caso, sin público infantil. Filmada en un galpón de la Boca, es decir, en un espacio cerrado como la añeja Bodas de sangre (1982) de Saura y Antonio Gades, el espectáculo tiene sus correspondientes bailes utilizados como separadores de las canciones. En ese sentido, nadie de renombre quedó afuera del proyecto: además de los citados aparecen Soledad, Jaime Torres, Horacio Lavandera, Koki y Pajarín Saavedra, Luis Salinas, Marian Farías Gómez, el Chaqueño Palavecino, Juan Falú y Gabo Ferro, entre tantos. Una virtud es la selección de planos generales y planos intermedios con poca incidencia del montaje; en efecto, Zonda no es un videoclip folklórico sino la concreción de una idea de puesta en escena que le debe más al teatro que al cine, a la ubicación de un hipotético espectador en una sala teatral que tiene la intención de disfrutar de un espectáculo con pretensiones for export. Lejos del cine y cerca de las tablas.