Yo, mi mamá y yo

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

La madre es la figura más fuerte para Gillaume Galliene en “Yo, mi mamá y yo” (Francia, 2013), aún más importante que él, que dirige y protagoniza esta película como una especie de homenaje a ella.
Pero “Yo, mi mamá…” no es sólo eso. Un borrador de autobiografía llevado a imágenes y listo. No. El filme bucea en los intentos de encontrar una manera de decirle al mundo su sexualidad. O mejor dicho, en lo que Galliene atravesó para definirse sexualmente.
Así, la acción transcurre con él, encerrado en su cuarto, narrando sucesos de su adolescencia a la par de la descripción y presentación del resto de la familia y de su entorno, cambiante por cierto, que lo rodea y lo abruma.
Con un padre ultraconservador, dos hermanos que pelean para ver quién es más fuerte y una serie de compañeros circunstanciales, que del bullying harán de Gillaume un buscador de identidad acosado con muchas menos respuestas sobre él mismo que las que necesita.
Al ver como cada día le cuesta más superar la transición del manifestar su verdadera personalidad el protagonista juega a poder absorber un estilo a fin de que todos puedan aceptarlo sin ningún tipo de prejuicio.
Pero es testarudo, y el empecinamiento por parecerse cada día más a su madre lo coloca en un lugar de exposición y vulnerabilidad que no posee salida alguna y lo lleva hasta un cuadro casi dantesco en el que su propia confusión transgrede todo.
La narración a través de la mirada a cámara y el monologo histriónico, porque no hay que olvidar que esta película es la propia adaptación que Galliene hace de su obra teatral, en el proscenio imaginario, rompen la linealidad de la historia y a su vez permiten profundizar sobre características del personaje.
Algunas situaciones ridículas que rozan el absurdo, como así también una atmósfera onírica dotan de vigor a una película que en manos de otro actor/director podría haber terminado siendo una burla grotesca y hasta inverosímil de la realidad de un adolescente que se abre camino.
De hecho, la particularidad que una persona mayor haga de joven es un dato que sólo por algunas situaciones expuestas hacen recordar que Galliene no es un adolescente, sino que es un hombre frente a su pasado y gritando una verdad.
"Yo, mi mamá y yo" bucea en la mente de un creador que solo quiere hablar de la búsqueda de su identidad sexual y el amor de una manera diferente, cómica, fresca y sin ningún reparo o corrección política.