Yo, mi mamá y yo

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

La guerra de un solo hombre

Premiada tras su estreno en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes 2013 y ganadora de cinco de los principales premios César (los Oscar franceses), esta ópera prima escrita, dirigida, producida y protagonizada por Guillaume Gallienne fue un sorprendente fenónemo de crítica y público (tres millones de espectadores) en su país.

Actor de la prestigiosa Comedia Francesa y con más pergaminos en el teatro y en la TV que en el cine, Gallienne se consagró con un unipersonal que montó entre 2008 y 2011 en el que interpretaba varios papeles para narrar con un humor su sufrida historia autobiográfica.

Ese mismo recurso es el que utiliza en la transposición cinematográfica, encarnando no sólo a sí mismo con diferentes edades sino también a su avasallante, magnética y despótica madre, objeto de su obsesión y origen de muchos de sus traumas y miserias.

El film está trabajado -sin esconder el artificio teatral que le dio origen (y con algunos elementos cercanos al realismo mágico)- como un típico relato de iniciación (coming-of-age según la terminología en inglés), un film sobre la identidad (sobre todo sexual). El niño Guillaume siempre fue un poco afeminado, de esos que gustan vestirse de mujer, y -por lo tanto- discriminado por sus compañeros de escuela y hasta por el resto de una familia conservadora, prejuiciosa, machista y cultora de los deportes rudos. Todos estaban convencidos de que era gay y lo trataban (lo encasillaban) como tal, sin respetar sus tiempos, sus búsquedas, sus necesidades, sus deseos.

La película coquetea todo el tiempo con esa corrección política que suele terminar en bajada de línea demagógica, pero por suerte su artífice no necesita subrayar demasiado su reivindicación de la libertad. Trabajada de manera conciente a partir de clichés, convenciones y estereotipos (sobre todo en sus viajes por España donde se fascina por el flamenco y por Alemania), la narración apuesta a la exageración y, por momentos, al chiste obvio. De todas maneras, más allá de que no es el tipo de registro con el que más comulgo, el film siempre hace gala de un espíritu lúdico y de un desprejuicio que se termina agradeciendo.