Winter: el delfín 2

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Hay algo que trasciende la pantalla en "Winter el delfín 2"(USA, 2014) y que nada tiene que ver con la calidad de esta secuela dirigida por Charles Martin Smith y protagonizada por Harry Connick, Jr., Ashley Judd, Kris Kristofferson y Morgan Freeman, y es su corrección política extrema.
Recuerdo que cuando los videoclubles eran un negocio pujante de la economía formal, una serie de filmes familiares de bajo costo eran lanzados mensualmente al mercado, para que padres sin conocimiento y con solo la información de la carátula de las películas cayeran en la trampa de alquilar por unas horas una historia que muchas veces nada tenia que ver con el título.
Pero estamos en otra época y esa desinformación no existe, como así tampoco la total incredulidad sobre un discurso que no solo intenta vender un viaje para conocer a Winter al Clearwater Marine Aquarium en Estados Unidos, la protagonista, sino que en su misma narración termina sin aceptar las diferencias que el otro puede hacer sobre la imagen de uno y que intenta erradicar.
Para los recién llegados, Winter es una delfín sin su cola completa y aleta, por lo que el esfuerzo del grupo de biólogos marinos y asistentes del acuario CMA estuvo en dotarla de una prótesis para que pueda nadar y ser similar a los demás. Al acuario asisten miles de personas diariamente y muchas de ellas con algún problema similar al del animal ya que encuentran en Winter la inspiración para seguir adelante pese a todo.
Pero en esta oportunidad, y luego que Panamá, una delfín mayor fallezca, Winter se aísla y deprime y al llegar un ejemplar joven llamado Hope, al que intentarán emparentar y acercar, todo se complicará y Winter terminará por renegar aun mas de su condición de "diferente". Hay subtramas "humanas" en las que el tomar decisiones, el avanzar para progresar y el intentar mantener las convicciones en alto frente a los embates y prejuicios se multiplican, pero en el fondo, la historia del delfín que ahora no es aceptado por sus pares es lo que prima.
La linealidad de la historia y hasta los pocos niveles de expresión del elenco juvenil hacen que todo este tan digitado y prefigurado que el lugar del espectador como creador de discurso y sentido no exista. Y ese es el gran error de este filme, que pese a tener a Judd, Kristoferson y Freeman, por solo citar tres ejemplos, su destino inevitable será al lado de aquellas películas familiares que a fuerza de engaño construían su verosímil y sumaban horas de alquiler.
Si bien “Winter…” intenta reflejar las historias reales del acuario, nada más irreal que un guión en el que nadie insulta, nadie ama (excepto a los animales acuáticos, claro está) nadie puede tomar una decisión sin tener que consultarlo mas de 20 veces consigo mismo y nadie sabe bien qué quiere del otro para sí mismo y para sus conocidos.
Una curiosa alegoría sobre la vida actual, la película encuentra en ese delfín, que en algún momento forjó esperanza para los demás, un animal rencoroso y lleno de solapamientos que nunca podrá salir de ese acuario y del encierro al que por casualidad se ha sometido, hasta claro esta, la corrección política y su entorno se lo permita.