Vuelo Nocturno

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

En “Vuelo nocturno: La leyenda de las princesitas argentinas”, Nicolás Herzog explora parte de la vida y obra, e inspiración, del escritor de “El principito”. Expone, sugiere, investiga, cuestiona, recrea, reconstruye.
Retrata una visión que se fue creando de él a través de un documental más sensible que informativo. Las princesitas argentinas a las que alude el subtítulo del film son dos niñas, pronto jóvenes muchachas, a las que Antoine de Saint-Exupéry conoce en su viaje a la Argentina y terminan convirtiéndose en sus musas para algunos de los pasajes de su libro “El principito”.
Es en el Palacio San Carlos en Concordia donde “se parió mentalmente el Principito”, según algún testimonio.
Aunque, como se dirá más adelante, a la larga “todas son versiones, nadie sabe lo que pasa”, al fin y al cabo hay también algo de mito y leyenda rondando por ahí. Su libro Tierra de hombres sirve como pilar para ir indagando en lo que Saint-Exupéry vivió en aquel lugar a lo largo de sus viajes y cómo eso lo nutrió literariamente.
Anécdotas, audios, cartas, imágenes de archivo, películas, son algunos de los elementos que intercala Herzog para construir este documental. Aunque quizás lo más interesante radique en los audios que se enviaba con Jean Renoir, quien trabajaba en un film que al final nunca se hizo.
Es a él a quien el escritor le confesa haberse enamorado. El film no se queda solamente con el escritor, sino que ahonda en esas locaciones, en ese Palacio, y en el Castillo de Lyon donde se crió Saint-Exupéry.
Cómo eran, cómo son, cómo se mantienen, qué será de ellos. Lugares llenos de historias y en cierto modo, mágicos. Principalmente, la riqueza de “Vuelo Nocturno” radica en el material que tiene en juego.
Un documental que no sólo expone una, o varias, historias, sino que al mismo tiempo está dotado de mucha sensibilidad. Hay un amor y admiración hacia estas figuras, especialmente el escritor de uno de los libros más importante y leídos de la literatura como bien fue “El principito”.