Volver a empezar

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

Glorias de ayer y hoy

Ya sabemos de sobra que Isabelle Huppert es una especie de monumento nacional de Francia y que en la mayoría de las películas en las que interviene su presencia termina siendo tan importante/ magnética que transforma a la obra en cuestión -de manera implícita o explícita- en un vehículo interpretativo para ella, lo que también suele repercutir en el tono narrativo porque pasa a ser cooptado por el estilo de actuación de la susodicha, siempre en la línea divisoria entre la frialdad y el ímpetu apasionado. Como si se tratase de un correlato de una versión gala del por hoy casi extinto sistema de estrellas de Hollywood, los directores suelen dejarla que “haga lo suyo” sin la más mínima intromisión a sabiendas de que la señora eleva el nivel de cualquier trabajo. Volver a Empezar (Souvenir, 2016) viene a engrosar la lista de films dominados de punta a punta por la extraordinaria actriz.

La película es un melodrama rosa de regreso extremadamente tradicional que si bien en ningún momento se transforma en una epopeya memorable de sentimientos y reacciones contradictorias, como los mejores representantes del rubro, hay que reconocer que esa no es su intención y que desde la humildad decide volar bajito para construir una fábula sutilmente bella acerca de las vueltas de la vida, la capacidad de readaptarnos y hasta de las sorpresas que nos depara el azar. Aquí la sexagenaria Huppert -que casi no acusa recibo del paso del tiempo- interpreta a Liliane Cheverny, una cantante que se retiró de los escenarios luego del divorcio de su marido/ compositor/ representante Tony Jones (Johan Leysen) y que ahora trabaja en una fábrica de paté. Allí conoce a un empleado nuevo del lugar, Jean Leloup (Kévin Azaïs), un joven boxeador con el que eventualmente iniciará una relación.

Luego de algunos ajustes varios, ya que cada uno quiere cosas distintas del otro y tiene sus tiempos particulares, el muchacho termina convenciéndola de volver a actuar en una escalada que comienza en recitales en clubes, instituciones y eventos varios y llega al más famoso concurso europeo de la canción, el de Eurovisión, circunstancia que hace que ella retome contacto con su ex esposo para pedirle ayuda en una maniobra que enervará a Jean. El director y guionista Bavo Defurne apunta a retratar las minucias del romance a través de detalles a flor de piel pero contenidos, muy a la francesa, con dos o tres de esas típicas explosiones repentinas de furia entre instantes de calma tracción a silencios y palabras casi susurradas. El pulso narrativo corre manso a la par de esta impronta entre naturalista y adorable, capaz de ofrecernos el corazón de todos los personajes con apenas unas miradas.

Por supuesto que el desempeño de Huppert es impecable y que la actriz consigue dotar de vulnerabilidad -sin jamás caer en los lugares comunes del mainstream norteamericano, por ejemplo- a su Liliane, cuyo nombre artístico era/ es Laura. Lejos de la autocompasión y los golpes bajos, y cerca de una soledad que duele día a día, Cheverny lleva rutinariamente el olvido aunque tampoco duda demasiado cuando se le presenta la posibilidad de volver a hacer lo que ama, tanto un gusto personal como un hipotético camino a la gloria del saberse querida por el público de nuevo. Azaïs, asimismo, no desentona para nada y construye una interesante contraparte, sustentada a su vez en un padre fanático de Laura y una madre que no la soporta y no puede creer que su hijo esté saliendo con ella. Volver a Empezar es una película amable, sincera y ejecutada con una gran corrección, lo que por cierto es mucho decir en el cine hipócrita de nuestros días, el cual se la pasa abrazando las poses “retro cancheras” de cotillón y casi siempre descuida olímpicamente el desarrollo de personajes…