Vino para robar

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

Ariel Winograd sorprendió a todos hace unos años con el más que modesto éxito de su tercera película, “Mi primera boda”. Es cierto que el film contaba con dos caras conocidas y convocantes, como las de Daniel Hendler y Natalia Oreiro, pero también es verdad que logró hacer una comedia divertida al mejor estilo americano. Ahora, con “Vino para robar”, el realizador redobla la apuesta.
Con Mendoza como escenario principal y logrando un papel protagonista, y los rostros de, otra vez, Daniel Hendler, y Valeria Bertuccelli, el film es un gran homenaje al cine clásico de Hollywood.
Una película sobre ladrones y un inminente boquete a un banco para robar un vino añejo que vale más de lo que uno puede pensar, cargada de nostalgia, nostalgia que se percibe en la música (con un par de excepciones que la hacen un poco uniforme), en escenas musicalizadas románticamente con la melodía de un piano, en el vestuario, especialmente de la protagonista femenina, cuyo guardarropa parece salido del de Audrey Hepburn, y hasta en el auto que ella conduce, un Citröen.
"Vino para robar” es una película divertida, ambiciosa pero cero pretenciosa, que pone en evidencia que en nuestro país se puede hacer cine de género y al mejor estilo hollywoodense. Las referencias a éste están servidas sobre la mesa, no sólo desde citas a planos, o vestuarios, y caracterizaciones, sino incluso mencionadas, como las de James Bond, “Bonnie and Clyde”, “North by Northwest” de Hitchcock y hasta la francesa “Rififi”.
Si de algo peca la forma en que se está promocionando el film, es del hecho de que desde el trailer parece que ya vimos todo lo que esta película tiene para ofrecer, que está todo servido en bandeja en sólo unos minutos. Y si bien parte de esto es cierto, cabe resaltar que “Vino para robar” no es sólo una película sobre un robo a un banco, sino sobre personajes que no terminan de confiar el uno en el otro, o que, mejor dicho, no quieren hacerlo pero no les queda otra que terminar confiando.
Juan Leyrado está impecable como el villano de turno, Pablo Rago está correcto en un personaje que al principio parece no aportar demasiado pero luego seremos testigos de que sí, de que es imprescindible en la historia, y el pequeño gran Martín Piroyanski, como el compañero del protagonista, que aporta un gran conocimiento tecnológico y mucho humor. Daniel Hendler está tan bien como siempre, en general sus personajes se le parecen y no falla.
Valeria Bertuccelli sorprende quizás porque su personaje ya se encuentra alejado de la malhumorada y sarcástica Tana Ferro que a veces parece que la vemos en casi todas sus películas, y no sólo está más linda que nunca, sino que su personaje logra por momentos ser adorable aún sin quererlo.
A grandes rasgos, “Vino para robar” es una película entretenida, colmada de nostalgia, y con un guión que transita por los rincones de un género poco visto en nuestro país, y sale de él airoso.