Villegas

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

La ópera prima de Gonzalo Tobal es un clásico exponente de lo que podría llamarse el post- NCA. Historias simples, directas, donde lo que importa es el perfil de cada personaje y la fuerza del film radica en esa construcción, hace centro ahí. “Villegas” es una propuesta particular que además, plantea con convicción algunos versus interesantes en su devenir: pueblo y ciudad, distancia y cercanía, pasado y presente, decisión y duda, entre los más relevantes.
Dos primos, con miradas distintas de la vida, (encarnados por dos Esteban: Lamothe y Bigliardi), se unen en un viaje corto (serán tres días en total) de regreso a su tierra natal, ante la noticia del fallecimiento de su abuelo. El primero (Estaban, en la trama) es un pibe ya mimetizado con la ciudad, porteño, con alto nivel económico y a punto de casarse, el segundo, Pipa, un bohemio músico al que las cosas no le van bien. Contraste obvio, mientras uno representa lo formal, debido y correcto, el otro dinamita la norma ni bien puede. Su relación irá cambiando a lo largo de la escapada, y si bien viven existencias diametralmente opuestas, lo cierto es que el afecto por General Villegas, lo tienen intacto, aunque haya que descubrirlo después de mucho rato.
En este regreso, los dos tendrán cuestiones importantes, familiares y emocionales que resolver. La película nos invita a descubrir como cada uno encara ciertos temas álgidos para procesarlos. Esteban (Lamothe) es parco y tímido, contenido y meditabundo por su futuro. Pipa desconcierta con su desajuste interno y entre los dos, los cruces no se hacen esperar, además, “el pueblo” (los amigos, las ex-novias, los conocidos) reclama (son hijos de ese terruño) y ellos se debaten en cómo enfrentar esa demanda. Lo mejor de la propuesta es el enfoque que hace hacia el desarraigo y la relación con el origen, ahí, el debut de Tobal se hace fuerte.
“Villegas” está bien filmada, avanza a paso firme en su trama y nunca se desvía del camino (como si le pasa a sus protagonistas). La historia está contada con oficio y tiene momentos logrados (dentro de los cuales los contrapuntos entre los protagónicos se llevan las palmas), el trabajo técnico es sólido y quizás solo pueda decirse que (en el debe), en algunos momentos la historia se torna lenta, pierde ritmo y elige la contemplación como primera respuesta frente a los eventos que desfilan. Más allá de eso, una película chiquita pero convincente que no deberían dejar pasar.