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Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Otra película del director de Sexto sentido destinada a la polémica cinéfila.

El universo del cine de género se divide entre los shyamalanistas y sus detractores. Hay quienes encuentran en el director de Sexto sentido, El protegido, Señales, La aldea, La dama en el agua, El fin de los tiempos, El último maestro del aire, Después de la Tierra, Los huéspedes, Fragmentado y Glass a un cineasta ingenioso, un guionista sorprendente, un narrador audaz, un artista lírico y existencialista. Y del otro lado de la grieta cinéfila están quienes lo perciben como un farsante, un encantador de serpientes, un falso predicador, un creador que la va de ambicioso y termina siendo bastante banal. De más está decir que, con matices (algunas de sus películas me gustan un poco), quien esto escribe se ubica dentro del segundo grupo. Sí, M. Night me parece uno de los realizadores más sobrevalorados del últimos cuarto de siglo.

Para ratificar que lo suyo son planteos atractivos que luego resultan desaprovechados y vueltas de tuerca que más que impactantes terminan siendo ridículas ahí está este nuevo opus del “Hitchcock indio” (léanse las comillas). Lo mejor del film es una premisa inicial (digna de La dimensión desconocida o Black Mirror) que no es precisamente de su autoría sino tomada prestada de Sandcastle, un cómic publicado en 2010 por el escritor francés Pierre Oscar Lévy y el ilustrador Frederik Peeters. El resto, más allá de cierto talento para los vertiginosos movimientos de cámara, los encuadres, el uso dramático del sonido y el fuera de campo, es pura pirotecnia con una caprichosa acumulación de capas y vueltas de tuercas, la mayoría de ellas bastante tontas.

La película arranca con el matrimonio de Guy y Prisca Capa (Gael García Bernal y Vicky Krieps) que llega con su hija Maddox (Alexa Swinton), de 11 años, y su hijo Trent (Nolan River), de 6, a un lujoso resort all inclusive ubicado en un paraíso tropical que la madre contrató por Internet. Los reciben con tragos y sonrisas, pero esa alegría inicial contrasta con la situación de la pareja (que está en pleno proceso de divorcio) y los serios problemas de salud de Prisca. El gerente del lugar (Gustaf Hammarsten) los invita a conocer juno a unos pocos huéspedes del hotel una playa escondida. Todos van gustosos (los lleva una camioneta conducida por... M. Night Shyamalan) y a los pocos minutos aparecerá un cadáver. Y, luego, Madox ya no tendrán 11 y 6 sino 16 y 11 ¿Qué está pasando? Todos empiezan a envejecer de forma súbita. Unos minutos pueden equivaler a un año; y un día, a una vida entera.

El director suma personajes (Ken Leung, Nikki Amuka-Bird, Rufus Sewell, Aaron Pierre, Abbey Lee, Mikaya Fisher, Kathleen Chalfant), revelaciones y giros que en principio generan cierta intriga e interés, pero que poco a poco se van desvaneciendo como la arena entre las manos hasta terminar en el terreno de la irritación, el sinsentido y el típico golpe de efecto final que obviamente no revelaremos pero es decididamente frustrante. Se podrán hacer miles de bromas respecto del tiempo perdido, lo más viejos que salimos luego de ver Old, pero algo queda claro: estamos ante un film reservado solo a los shyamalanistas más dogmáticos y extremos, esos que eligen creer que estamos frente a un cineasta verdaderamente importante.