Videocracy

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Sin tetas no hay Paraíso

Radicado en Suecia (y financiado en su mayor parte por los países escandinavos), el italiano Erik Gandini propone en Videocracy una interesante e inquietante tesis sobre el "imperio" berlusconiano y su impacto sobre una sociedad italiana completamente banalizada y sometida a sus dictados: Il Cavaliere maneja -además del poder político y económico, claro- el 90 por ciento de la televisión y la gente se informa en un 90 por ciento a partir de esa TV. Ergo, su machismo, su misoginia, su exaltación del éxito rápido, sin esfuerzos ni escrúpulos y a cualquier precio, su reivindicación de la chantada, su culto a la belleza, al poder y al dinero o su desprecio por la Justicia han hecho carne en un pueblo encandilado por las luminarias, por el glamour y, sobre todo, por las curvas femeninas.

No es la primera vez que el cine italiano se ocupa de las miserias del fenómeno Berlusconi (lo hicieron desde Nanni Moretti hasta el documental Draquila), pero Gandini expone con imágenes de los propios realities de los canales berlusconianos, sumergiéndose en la intimidad de los patéticos personajes que pululan por su entorno y reconstruyendo las "máximas" del modelo y de su líder el estado de las cosas (aterrador) en la península.

Por suerte, el director (también narrador) no apela a la bajada de línea discursiva, indignada, de tantos colegas. Las imágenes de archivo y los testimonios que consiguió son tan contundentes que hablan por sí solos. Es probable que algunos -los ya expertos en Berlusconi- sientan que Videocracy propone "más de lo mismo", pero para mí se trata de un más que digno ensayo (sin grandes excesos) sobre un líder, un tiempo y un lugar que indignan y que sirve también como espejo para mirarnos, porque nosotros también elegimos (y reelegimos) a un político riojano bastante parecido a Berlusconi.