Victoria (ARG)

Crítica de Diego Batlle - La Nación

La maravillosa esencia de un artista

Victoria Morán no es la típica cantante joven y agraciada con glamour y encanto, pero posee, sí, una de las mejores voces de la Argentina, capaz de fascinar con cada una de sus interpretaciones: desde un blues hasta un tema folklórico, pasando por su gran especialidad, el tango.

Juan Villegas, director de films de ficción como Sábado, Los suicidas y Ocio, debuta en el documental con un registro sencillo, desprovisto de artilugios innecesarios, pero de una belleza y una sobria elegancia poco habituales en el registro de un(a) artista. Con una cámara que jamás se entromete, con una puesta que nunca manipula, el realizador observa a prudente distancia, pero sin perderse nada de lo esencial tanto de la intimidad y la vida cotidiana de Morán (cuando viaja en tren desde el conurbano, cuando cocina, cuando llama ella misma para conseguir fechas para sus shows) como cuando participa en distintas sesiones de grabación o se junta con sus familiares para tocar y cantar.

No hay testimonios a cámara, voz en off ni artificios que nos "expliquen" cómo es y cómo trabaja Morán. La información básica llega bastante avanzada la película durante una entrevista periodística en la que ella contará algunos aspectos de su carrera y, sobre todo, de su admiración eterna por Nelly Omar, su mentora, su profeta, su guía, su faro. Particularmente divertidas son las escenas en las que vemos a Morán dando clases (con mucha paciencia) a los alumnos que van a su casa en una zona bastante humilde como la de Berazategui.

Película pudorosa, respetuosa y sin excesos demagógicos, Victoria encuentra el punto exacto para transmitir la esencia (la forma de vida y de entender el arte) de una cantante excepcional que, ojalá, consiga a partir de este documental una masividad que no tiene, pero evidentemente merece.