Viaje a los pueblos fumigados

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Pino Solanas continúa recorriendo el país para registrar los abusos en la explotación de los recursos naturales y sus efectos nocivos tanto en el medio ambiente como en la salud de la población. En este caso se centra en los efectos de la deforestación, en el cultivo a gran escala de la soja transgénica y en el uso sistemático de los agrotóxicos. El documental comienza con imágenes de los desmontes y la precaria situación de los wichis, pueblos originarios cuyas tierras están cada vez más cercadas en el norte argentino. Luego, el director de Memoria del saqueo y La próxima estación recorrerá siete provincias para denunciar los grandes grupos económicos y exponer la crisis de los pequeños productores que se ven obligados a alquilar sus campos, aumentando así la concentración de la tierra.

El también senador cuestiona el uso del glifosato que se fumiga sin controles desde los aviones y, para demostrar sus efectos, se realiza un análisis de sangre en primer plano que confirma que él también tiene plaguicidas en su organismo.

Cámara en mano, con su habitual narración en off de espíritu didáctico, el infatigable Solanas ofrece en este, su nuevo documental, unos cuarenta testimonios de especialistas en estas problemáticas que no solo aportan denuncias, sino que además exaltan proyectos de agroecología integral a pequeña escala. El mensaje es claro: otro modelo alimentario es posible.