Las crónicas del miedo 2

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

Una secuela innecesaria y de terror

Es una secuela, innecesaria, de la versión estrenada en nuestro país en febrero de este año. Si la primera fue mediocre, ésta es decididamente mala y una de las peores películas del género en la historia.
En este caso, una joven pareja se introduce en una casa y encuentra infinidad de videos, algunas pantallas y equipos de reproducción. Mientras el muchacho inspecciona la casa, la chica se dispone a ver algunos de los videos, elegidos al azar.
El primero se titula "Phase I clinical trials" y trata sobre un hombre al que le implantan un "ojo robótico" y al regresar a su casa observa fantasmas que lo aterrorizan.
El segundo, "A ride in the park", se desarrolla en un parque donde aparecen voraces zombies caníbales. En el tercero, titulado "Safe heaven", un grupo de reporteros ingresa en la residencia de una secta oriental y se convierten en testigos y/o protagonistas de una matanza feroz.
El cuarto es "Slumber party alien abduction" y aquí algunos extraterrestres secuestran a jóvenes en un bosque, que será escenario de otra masacre. Este segmento es una basura.
Los cuatro episodios, exponentes de la decadencia del cine y del género del terror en particular, llevan el título global de "Tape 49" y fueron dirigidos por otros tantos "cineastas" que, por lo visto, registran serios problemas mentales, además de una obsesión por convertir en espectáculo a la muerte, la sangre, las vísceras y las matanzas. Y todo expuesto sin filtro alguno.
El esquema utilizado es el del falso documental, al estilo de la serie española Rec, la de Actividad paranormal y El proyecto Blair witch (1999), que fue un experimento pionero más mesurado, sustentado en horrores atávicos.
En este caso, como en la primera versión, un personaje se siente atrapado con la visión de "materiales encontrados" (found footage), filmados a la manera de las películas snuff, que presuntamente reproducen asesinatos reales.
Hay mucha cámara subjetiva, casi siempre tramposa, defectos visuales, una banda sonora ensordecedora y actuaciones que también son de una mediocridad total.
Los rasgos dominantes de este filme colectivo son la perversidad, la obscenidad y la crueldad, que por definición es la voluntad de hacer el mal deliberadamente.
"La sangre, según la afirmación de un filósofo, deleita una libido de miradas crueles".
Cabe recordar aquí, aunque moleste, que cualquier espectáculo, bueno o malo, califica no sólo a quien lo realiza, sino también a quien lo observa.