Venganza

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Liam Neeson encontró con la película Búsqueda implacable (2008) una nueva faceta en su carrera: la del personaje de duro-justiciero-vengador. Gracias a su robustez imponente y a su perfil de hombre taciturno y ensimismado, conquistó rápidamente el corazón del cine norteamericano de acción, género que siempre está en busca de nuevos héroes solitarios con ganas de hacer justicia por mano propia.

Venganza es el nuevo título que lo tiene como protagonista. La película es la remake norteamericana de la noruega Por orden de desaparición (Kraftidioten, 2014), ambas dirigidas por el mismo director: Hans Petter Moland. El guionista de la versión noruega es Kim Fupz Aakeson, quien entendió que el humor negro es fundamental porque justifica y le da sentido a las licencias que se toma y a las inverosimilitudes anticlimáticas.

El guionista de Venganza, en cambio, es Frank Baldwin, quien decide que la trama sea más seria, despojándola de ese desparpajo negruzco que tiene la primera. Es cierto que por momentos sobrevuela el humor de la original, pero se queda entre el drama y la acción autoconsciente, y esta indecisión no la favorece. En cuanto a los personajes secundarios, también tiene graves problemas, por ejemplo el de Laura Dern desparece como si no importara en absoluto.

La historia sigue a Nels Coxman (Neeson), un hombre que se encarga de manejar las maquinas que barren la nieve en un pueblo de las Montañas Rocosas, donde el principal negocio clandestino es el tráfico de drogas, manejado por dos grupos mafiosos: uno que está integrado por originaros y el otro que está liderado por un tal Viking (Tom Bateman), un engreído caricaturesco que representa muy bien al pudiente que se quiere llevar el mundo por delante.

Nels vive con su mujer (Dern) y su hijo Dante, quien trabaja en el aeropuerto. Por un error de entregas de un paquete con droga, Viking manda a sus secuaces a matar a Dante. Y ya saben lo que pasa cuando alguien se mete con un hijo del personaje de Neeson. Lo que sigue es la venganza de Nels, cómo va matando uno por uno a los responsables del asesinato de su hijo.

Si la venganza es un plato que se sirve frío, el clima nevado ayuda a reforzar el refrán. El paisaje predominante es imponente, pero no suficiente. El procedimiento de la trama es tan mecánico y de fórmula que se hace aburrido y predecible. No hay ningún momento de tensión o acción que valga la pena resaltar. Todo es monocorde y desalmado, sin demasiados exabruptos, más allá de la manera animal de golpear que tiene Nels.

Pero el gran problema del filme es que entiende la venganza como un alivio, y la venganza nunca es un alivio, la venganza, a lo sumo, es una reacción irracional, nunca una reparación del daño ni mucho menos una recuperación de lo perdido. Sin embargo, la presencia de Liam Neeson y los pocos momentos humorísticos hacen que la película no sea cualquier cosa.