Venganza

Crítica de Diego Batlle - La Nación

En 2014 el noruego Hans Petter Moland filmó Por orden de desaparición (Kraftidioten), violento thriller sobre la venganza que emprende un padre (un ciudadano ejemplar de pueblo chico interpretado por el sueco Stellan Skarsgård) tras el asesinato -por error- de su hijo. Cinco años el mismo director se encargó de la remake norteamericana con inevitable cambio de protagonista (el reemplazante fue el astro irlandés Liam Neeson), de idioma y de geografía (la acción transcurre en una pequeña comunidad cercana a Denver aunque se rodó en Canadá).

Neeson es Nels Coxman, un parco pero servicial empleado que se dedica cada día a liberar las rutas con una máquina barrenieve. Casado con Grace (Laura Dern), el protagonista es condecorado en el inicio del film como “Ciudadano del Año”, pero a los pocos minutos su vida cambia para siempre cuando su hijo es asesinado por unos traficantes en el aeropuerto local. Lo que sigue es un film del subgénero “Neeson como vengador anónimo”, en la línea de la exitosa saga Búsqueda implacable.

Con un humor negro y un sadismo que remite por momentos a Fargo (la película y la serie), mafiosos algo caricaturescos (como el Viking de Tom Bateman), cierto desparpajo políticamente incorrecto a la hora de mostrar a asesinos a sueldo gays o a representantes de pueblos originarios dedicados al narcotráfico y algunas vistosas escenas coreografiadas en los paisajes nevados, Venganza cumple exactamente con lo que promete: un básico y sólido exponente de género.