Valerian y la ciudad de los mil planetas

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Bombardeo de tramas y estímulos

El director y productor más poderoso del cine francés (Luc Besson), compañías de ocho países, 180 millones de dólares de presupuesto, un dream team técnico (desde el fotógrafo Thierry Arbogast hasta el músico Alexandre Desplat) y un ecléctico elenco (Dane DeHaan, Cara Delevingne, Clive Owen, Rihanna y Ethan Hawke) para esta transposición de los cómics de Pierre Christin y Jean-Claude Mézières.

No puede decirse que al creador de El perfecto asesino, El quinto elemento y Lucy le falten ambición ni agallas, pero Valerian y la ciudad de los mil planetas es una película tan fastuosa y espectacular como fallida en su narración y hasta irritante en su bombardeo de estímulos, subtramas y personajes sin demasiados atractivos ni coherencia. DeHaan y Delevingne son los más que dignos protagonistas de esta épica de ciencia ficción que arranca en la línea de Avatar, sigue en la de Star Wars, prosigue en la de Blade Runner y termina... en cualquier parte. En su misión, Valerian y Laureline buscan hacer justicia para con los habitantes de Mül, un paradisíaco planeta con habitantes bienintencionados que es invadido y destruido.

Aventuras, romance, batallas interplanetarias, mensaje ecologista, estética de historieta, nuevas tecnologías, múltiples cameos, números musicales... Besson ofrece un poco de todo, pero nada funciona del todo bien. La sensación, en definitiva, es la de una acumulación sin demasiado criterio ni sentido, con mucho de capricho y demasiado déjà vu.