Valdenses

Crítica de Rodrigo Seijas - Fancinema

La puerta abierta a un mundo

Francamente, no conocía nada sobre los valdenses. Es más, no tenía idea de que existieran. Y la verdad que luego de ver este documental de Marcel Gonnet Wainmayer, me sentí un tanto avergonzado y al mismo tiempo muy curioso. Avergonzado por mi ignorancia previa -que en cierta forma persiste- y curioso por conocer más sobre los valdenses, que a todas luces se revelan como una comunidad fascinante.

¿Quiénes son los valdenses? Son una comunidad campesina con más de ocho siglos encima, pero también una corriente religiosa que puede considerarse como la primera iglesia protestante de la historia, y que desde hace un rato largo viene desafiando al Vaticano en tópicos como el matrimonio gay, la eutanasia y el aborto. Gonnet Wainmayer -quien pertenece a una familia valdense- se da cuenta que lo que tiene por delante es un material de base prácticamente inabordable y elige concentrarse en expresiones específicas.

Es así como Valdenses gira alrededor de la recuperación de la película muda Fideli per secoli, que fue realizada por grupos de jóvenes italianos en 1924 y prohibida por el fascismo; en torno a la puesta de la obra teatral Li Valdés, del Gruppo de Teatro Angrogna, que se zambulle en la historia valdense, acompañando una gira por las colonias valdenses de Argentina y Uruguay; y en la representación de otra obra teatral, From this day forward, realizada por los valdenses de Carolina del Norte.

En esa dispersión, Valdenses encuentra unos cuantos momentos de interés a partir de preguntarse permanentemente las formas en que dialoga el presente con el pasado valdense, con el arte como herramienta fundamental no sólo de afirmación de una identidad, sino también de resistencia a los discursos hegemónicos, reivindicándose incluso como herejía que combate lo establecido. Pero es también cierto que hay pasajes donde el film pierde el rumbo, donde la combinación de materiales -imágenes de archivo, entrevistas, el registro de las puestas teatrales- no termina de cuajar de una manera fluida.

Aún así, Gonnet Wainmayer tiene la humildad suficiente para hacer foco en un par de factores muy puntuales, dejando entrever a través de la narración que detrás de cada sujeto valdense que puede expresarse en la actualidad hay siglos de lucha, confrontaciones permanentes por sobrevivir frente a los discursos -y las acciones- totalitarias, que fueron las que permitieron llegar a ese presente. En esos recortes realizados por la cámara y el montaje, acompañando y corriendo velos, es donde Valdenses se convierte en el documento de una cultura, de una forma de pensar y ver el mundo, que pide a gritos ser comprendida, analizada, incluso abrazada. Allí lo personal aparece expresado sutilmente y obtiene connotaciones universales.