Uncharted: fuera del mapa

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

La taquilla argentina viene siendo dominada desde hace 9 semanas por Spiderman: Sin camino a casa (está a punto de llegar a los 4 millones de espectadores) y ese reinado podría terminar desde este jueves 17 con el estreno de otro film de Sony protagonizado también por Tom Holland. Y, ya desde la primera escena (ambientada entre el cargamento que va cayendo desde un avión en pleno vuelo), el Nathan Drake de Holland pareciera estar haciéndole guiños constantes al Peter Parker de la saga arácnida.

Basado en el popular videogame homónimo (de hecho PlayStation es una de las productoras principales del proyecto), Uncharted: Fuera del mapa no es una película del todo convincente, pero hay que admitir que tampoco cae en los subsuelos artísticos de tantos otros videojuegos llevados al cine, un subgénero que parece estar “maldito” en Hollywood, aunque entre las Super Mario Bros., Street Fighter, Sonic, Mortal Kombat, Lara Croft, Assassins’ Creed, Tomb Raider, Hitman o Resident Evil siempre aparece alguna que otra para rescatar.

Ruben Fleischer -el mismo de la franquicia de Tierra de zombies / Zombieland y de otro éxito de Sony como Venom- intenta con variada suerte conjugar acción, aventuras, comedia y buddy-movie con la interacción entre los dos verdaderos protagonistas del relato: el apuntado Drake y el manipulador Victor Sullivan de Mark Wahlberg. Como tercera en discordia aparece Chloe Frazer (la anodina Sophia Ali), mientras que el otro personaje femenino importante es la villana Braddock de Tati Gabrielle; y Antonio Banderas pone piloto automático para componer al desalmado y conflictuado multimillonario Santiago Moncada (increíble pensar que estamos ante el mismo actor que hace no tanto nos deslumbrara en Dolor y gloria).

Más allá de algunos diálogos inspirados y múltiples referencias a la cultura pop que buscan la complicidad del público juvenil, el guion de Rafe Judkins, Art Marcum y Matt Holloway es bastante limitado. Hay un enigma mezclado con trauma respecto del origen familiar y la suerte del hermano mayor de Drake (que se expone en un prólogo ambientado 15 años antes) y luego una sucesión de traiciones cruzadas con un MacGuffin que en este caso son dos llaves de la época del explorador Fernando de Magallanes, así como una búsqueda del tesoro que lleva a los personajes desde Barcelona (la hermosa ciudad catalana se muestra con más clichés turísticos que Woody Allen en Vicky Cristina Barcelona) hasta Filipinas.

El resultado es un relato sin demasiadas sorpresas ni hallazgos (como una suerte de Misión: Imposible pasteurizada con algo de Los cazadores del arca perdida y Piratas del Caribe) y que al mismo tiempo se puede seguir -y en algunos pasajes incluso disfrutar- sin la más mínima exigencia intelectual. Fast cinema, film chatarra, película efímera que olvidaremos más temprano que tarde.