Una segunda oportunidad

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Y, si son tal para cual...

Hay gente que pasa por la crisis de la mediana edad a los 40, otra a los 50, y hay quienes como a Eva y Albert les importa tres pepinos cuántos años tienen, sino lanzarse a vivir el amor cuando sienten que el juego que comienzan va tomando otro color.

Una segunda oportunidad tiene como protagonistas a dos seres que ya supieron lo que es el amor, pero con ese amor ya no conviven. Y se les cruza otro. Y, con sus vueltas, se juegan.

Eva (Julia Louis-Dreyfus, Elaine en Seinfeld) da masajes a domicilio, y en una fiesta conoce a Albert (James Gandolfini, el capo mafioso Tony Soprano), gordito entre extrasimpático y semipatético, y a Marianne (Catherine Keener), una poetisa algo extravagante, por separado.

En resumen: una divorciada se enamora del ex de su nueva mejor amiga, claro, sin saberlo. Sin saber que era el marido de su nueva clienta/paciente/amiga.

La película de Nicole Holofcener (Amigos con dinero) podía caer en uno o varios de los clisés de la comedia romántica adulta, pero los evade de a uno en fila. Eva y Albert tienen escenas románticas, y más, y están narradas con una naturalidad asombrosa para lo que suele ser la pacatería pasteurizada hollywoodense.

Si el argumento, con sus vueltas de tuerca y malentendidos, podría parecer de serie de TV en horario central, los diálogos son tan jugosos que invitan tanto a la risa franca como a la introspección.

A él le preocupa que su peso sea demasiado cuando tiene sexo con ella, y ella no deja de parar la oreja al escuchar las barbaridades que la ex cuenta de él. Y sin decirle al amante que conoce a la amiga, ni viceversa.

No es poco.

Da realmente pena que en su vida no le hayan caído más roles de comedia a Gandolfini, acostumbrado a roles rudos y duros, porque realmente se luce. El actor, fallecido en junio, tiene esa química en pantalla con Louis-Dreyfus que hace no solamente llevadera sino entrañable la relación. La directora cobijó a la pareja con muy buenos intérpretes en otros roles importantes -a Keener, actriz fetiche de la realizadora, se suma Toni Collette-.

Los mejores momentos en una relación son aquellos que, de tan simples, hacen brotar las emociones, casi inesperadamente. Y esta historia tiene varios.