Una segunda oportunidad

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Esta es una película de Nicole Holofcener, la de la muy recomendable Amigos con dinero (y tres otras muy recomendables películas). Esto quiere decir que no hay aquí personajes de un solo tono ni maniqueísmo alguno. Hay personajes construidos de forma tal que es imposible que sean villanos absolutos o que nos enamoren instantáneamente. Uno se encariña con los habitantes del cine de Holofcener (y ellos entre sí) al conocerlos un poco más, al llegar a vislumbrar sus virtudes y sus no pocos defectos y neurosis. Sus dudas y sus diálogos nos acercan, y uno tiene la sensación de estar ante una película de Woody Allen con menos ferocidad y de menor intensidad (dicho esto solamente como descripción y no como comparación desfavorable).

El punto de partida de Una segunda oportunidad es este: una masajista a domicilio (Julia Louis-Dreyfus), divorciada y con una hija a punto de irse a la universidad, conoce en una fiesta a un hombre (James Gandolfini). Y también a una nueva clienta (Catherine Keener, actriz de todas las películas de Holofcener). Muchas críticas e incluso la sinopsis de Imdb (la enciclopedia de películas en la Web) adelantan una información que en el relato se va dando gradualmente y que agrega una dificultad a las relaciones. Y que es mejor no conocerla para que funcione mejor la trama.

Este el primer estreno póstumo con Gandolfini (dejó otra película que se estrenará en 2014, Animal Rescue ). El actor de Los Soprano irradia en este film una innegable calidez. Y es ciertamente perturbadora su presencia, dicho esto más allá de esa capacidad para revivir, de esa cualidad vampírica del cine, de la que hablaba Horacio Quiroga allá por las primeras décadas del siglo XX. Albert -el personaje de Gandolfini- tiene como problemas el sobrepeso, la alimentación, las calorías. Y esto resuena especialmente luego de su muerte de un ataque cardíaco mientras estaba de vacaciones en Italia, en junio pasado.

La protagonista femenina es la mencionada Julia Louis-Dreyfus, es decir, la recordada Elaine de Seinfeld , que con su notable actuación en esta película demuestra, una vez más, que el cine no la ha aprovechado lo suficiente, al menos hasta ahora. Con 52 años, Louis-Dreyfus se carga al hombro esta suerte de comedia romántica alejada de cualquier cuento de hadas, hecha por gente adulta sobre gente adulta. Y con los signos del paso del tiempo en su rostro: una inusual valentía para Hollywood, que tal vez esté asociada a su enorme sentido del humor (esa forma superior de la sabiduría), que va más allá de los personajes que ha interpretado.

Gandolfini, entonces, en su penúltimo rol para el cine, protagoniza una comedia romántica. Alejado de sus personajes mafiosos, pérfidos y/o sarcásticos, maneja la gracia, la ternura y la interacción con Julia Louis-Dreyfus de manera brillante.Gandolfini era mucho más que Tony Soprano, por más gloria y fama que le proveyera. El cine tampoco lo aprovechó lo suficiente, al menos no en la variedad de registros que era capaz de ofrecer. Una segunda oportunidad ayuda a compensar esa falta.