Una especie de familia

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

La nueva película de Diego Lerman se aventura a seguir explorando el tema de la maternidad (tras su última película, "Refugiado") desde otra perspectiva pero con la misma crudeza y naturalidad que aquella. Acá, lo que se pone sobre la mesa son dos diferentes modos de ser madre: la biológica y la que es porque adopta.
Cualquier cosa menos simple, porque de acá se desprenden muchas aristas y es así que Lerman junto a la guionista María Meira desarrollan la película exponiendo al mismo tiempo que trabas y percances para su protagonista, varias cuestiones donde es difícil tomar una posición al instante.
La madre que vende un hijo. La mujer que deposita sus últimas esperanzas para ser feliz en tener un hijo aunque salga del cuerpo de otra mujer. Sin embargo, no es el tema de la adopción en sí el principal en este film. Que alguien no pueda tener un hijo biológicamente no tiene por qué impedir que te conviertas en madre. El tema son los modos y, después, las razones.
Una institución que se disfraza de ayudar y en realidad está manejada por el dinero. Registros manipulados. Extorsiones. Todo un submundo oscuro y que huele mal. Pero Malena necesita tener un hijo.
La información que van brindando los guionistas es a cuenta gotas, pasa mucho tiempo hasta que uno descubre, primero por qué ella está viajando sola hasta este hospitalcito en Misiones y segundo por qué siente que necesita seguir adelante con eso más allá de que todo huele cada vez peor.
Mientras una cámara en mano, algo nerviosa muchas veces, la sigue, dentro de Malena hay una mujer que está a punto de rendirse en la vida, que ya no puede con ella y el vacío que siente pretende llenarlo con un hijo, el hijo que no puede tener y que por eso compra.
“Una especie de familia” es una película difícil porque expone muchas aristas y si bien no toma posición ni decide nunca juzgar a sus personajes, hay muchas cosas que no pintan bien, correctas. La misma Malena lo siente pero decide no verlo. Por ejemplo, una extorsión disfrazada de una ayuda a la familia que le está dando el hijo que tanto anhelaba.
¿Se la puede culpar por querer tanto algo que casi todas las mujeres desean en algún momento de su vida? ¿Se puede culpar a la joven que de repente se encuentra embarazada de nuevo y no tiene otra opción más que tenerlo, si decide que lo mejor para ese bebé es otra familia? Claro que se puede, todo se puede.
Mientras en la primera parte se presentan las cuestiones más relacionadas con el mecanismo de adopción por los medios ilegales, es en la segunda donde el film toma un vuelo más interesante al reunir de manera más clara a las dos mujeres de la película. En su encuentro emocional, su conexión. La española Bárbara Lennie es la encargada de dar vida a Malena, quien emprende este viaje, una mujer cuya conducta resulta siempre impredecible, incluso hasta el final.
Ya no sabe qué hacer con todo esto entonces va improvisando. Yanina Ávila, en su debut cinematográfico, es quien interpreta a Marcela, esa mujer que es tratada como un conducto para otra cosa.
Daniel Araoz como el doctor del hospital de Misiones es otro de los personajes e interpretaciones muy interesantes por su complejidad: mientras parece muchas veces tener buenas intenciones y aportar algo de respiro y alivio a todo lo que le está sucediendo a Malena, es en realidad quien maneja los hilos en ese lugar. Por último, Claudio Tolcachir como este esposo ausente hasta que Malena lo convence, desesperada, de que aparezca para ayudarla, aunque él sólo quiere que esto se termine.
Un drama intimista con algunos momentos teñidos de tensión y thriller, “Una especie de familia” es un película algo seca y distante, quizás más que nada a causa de personajes con los que cuesta o uno nunca sabe si, empatizar. Pero al mismo tiempo rica en sus complejidades y contradicciones, es imposible salir de la sala inmutado.