Una casa sin cortinas

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

La reconstrucción de un ser tan enigmático como polémico resulta un estimable desafío para el cineasta Julián Troksberg. Un personaje político objeto de miradas polarizadas se convierte en el objeto de estudio del documental “Una Casa sin Cortinas”. Un valioso abordaje que ofrece un acercamiento pluralista, en busca de desentrañar la naturaleza de una imagen vilipendiada, de un legado difuminado; acaso una carta de dudoso valor que casi nadie se atreve a guardar como as bajo la manga. Aunque más de un busto la recuerde como aquel mito merecedor de semejante acto representativo. Digno de suficiente importancia como para permanecer vivo en la memoria. Tallado en materiales duraderos. ¿Es este el caso?

Presentado en la selección oficial del último BAFICI, el documental abarca un amplio marco ideológico. Desde el ciego partidarismo que la apoyaba hasta la imparcial retrospectiva histórica e incontrastable: existen documentos que respaldan los hechos cuando la memoria se vuelve selectiva o difusa…o insuficiente. El necesario paso del tiempo, para poder cotejar ciertas decisiones políticas que torcieron el rumbo de nuestra nación, hace su parte. María Estela Martínez de Perón se convirtió en el impensado eje de un oscuro momento político. Argentina vivía un resquebrajamiento social en extremo delicado. Allí estaba ella, invitada de honor a un banquete de sombras.

La historia la ubica como la primera mujer presidenta de América Latina, un título que no vive a la altura de su bochornoso mandato, prólogo al golpe de estado perpetrado por la última dictadura militar. Desde entonces hasta hoy, encontramos a una ex mandataria que permanece en silencio ante los medios y la curiosidad del realizador por echar luz sobre su figura se convierte, también, en materia de nuestro interés. “Una Casa sin Cortinas” es un relato que busca hacer encajar las piezas de una compleja figura. Pero sin forzar la tarea.

La mirada de artistas plásticos que recrean la figura de Isabel otorgan colorido al retrato esbozado. El testimonio de periodistas, sindicalistas, aliados políticos, partidarios ideológicos, amigas íntimas u ocasionales huéspedes van conformando la anticipada radiografía. Como buen documentalista, Troksberg indaga. Hay respeto pero no hay timidez en su pesquisa. De la quinta de San Vicente a Puerta de Hierro. Desde los convulsos ’70 hasta nuestros días. Desde el regreso del exilio a la repatriación de los restos de Eva. El peronismo atraviesa, para bien o para mal, los setenta y cinco años de vida política de nuestro país. Testimonios fotográficos e imágenes de noticiarios aportan contundencia. Un viaje en el tiempo que captura giras políticas, sesiones legislativas o el multitudinario velatorio de Juan Domingo Perón.

Nos preguntamos quien fue realmente Isabel. O María Estela. Antes de Perón. Antes del esoterismo. Antes de rodearse de un séquito de indeseables, con López Rega a la cabeza. Una joven con sueños de bailarina cuyo destino cambiaría mediante un encuentro fortuito con el entonces Presidente de la Nación. Puede que un retrato fuera de encuadre se convierta en la metáfora perfecta para este improbable epicentro de una escena política dantesca. Al comando de un barco a la deriva, fue la actriz protagónica de una incómoda tragedia. Una que no eligió a conciencia, pero los ideales no se traicionan