Un viaje extraordinario

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Una tragedia náutica

El realizador inglés James Marsh, responsable de La Teoría del Todo (The Theory of Everything, 2014), la biografía sobre el físico, cosmólogo y divulgador científico Stephen Hawking, regresa con Un Viaje Extraordinario (The Mercy, 2018), un film sobre un episodio muy particular e inusual alrededor de una competición náutica organizada por el periódico británico The Sunday Times en 1968.

El empresario inglés Donald Crowhurst, un navegador amateur, decide competir en la regata alrededor del mundo que organiza el popular diario de su país para ganar notoriedad y conseguir sponsors e inversores para construir un barco muy veloz que viene diseñando y que en teoría podría ganar la competición. El guión de Scott Burns, escritor de Contagio (Contagion, 2011), se centra en la psicología del protagonista y en su entorno para construir una semblanza de un hombre que apostó todo y se encontró en una encrucijada imposible de la que no pudo escapar. El film narra cronológicamente la decisión del protagonista de competir, la construcción del barco, los temores y las dudas de Donald sobre la travesía hasta la etapa de navegación, intercalada con flashbacks de los preparativos y de sus días con su familia, a modo de recuerdos de la vida en tierra firme a los cuales aferrarse ante la soledad en el mar.

El opus de Marsh se apoya en la exquisita fotografía del francés Eric Gautier, director de fotografía de films como Las Hierbas Salvajes (Les Herbes Folles, 2009) y Hacia Rutas Salvajes (Into de Wild, 2007), y en las buenas actuaciones de un elenco encabezado por Colin Firth, Rachel Weisz y David Trewlis. Tanto la fotografía como las actuaciones buscan resaltar la belleza, ya sea de los paisajes británicos como del mar, a través de la contemplación de los delfines en su danza o de la familia reunida esperando un mensaje del padre y esposo embarcado. Firth logra cautivar con su carisma y versatilidad, ya sea con la esperanza de zarpar o con la experiencia del agotamiento físico y mental y el proceso entre ambos estados de ánimo. Weisz por su parte compone a una esposa circunspecta que debe enfrentar a la prensa, los admiradores y los socios con incomodidad, esperando ansiosamente el retorno de su marido y sufriendo su falta.

El título Un Viaje Extraordinario no solo no es preciso sino que busca engañar al espectador, ya que el film hace hincapié en las circunstancias que rodean al viaje y en el controvertido personaje y sus tribulaciones, no en el viaje sí, que además no tiene nada de extraordinario. “La Misericordia”, traducción literal del título original, menos atractivo que “Un Viaje Extraordinario”, funciona como una metáfora de los autores sobre la responsabilidad de la desaparición -posiblemente un suicidio- por parte de una sociedad que lo empujó a ello, las expectativas, la avaricia de los inversores y la cultura de las loas al éxito y las críticas injustas al fracaso, como manifestaciones de un malestar social y de la necesidad de buscar héroes y demonios, ganadores y perdedores.

A pesar de una buena construcción narrativa, el film falla en la conclusión de sus ideas, ya que no son claras, pero esto en realidad también expresa la imposibilidad de comprender verdaderamente lo que ocurrió más allá de meras suposiciones y las interpretaciones que circularon alrededor del hecho, a la postre las verdaderas protagonistas de la historia. Así la denuncia social de los autores se pierde un poco en la niebla de los impulsos del protagonista y en el sufrimiento y la pena de la esposa por la pérdida de su ser amado, finalmente únicas emociones extraordinarias de un viaje trágico demasiado previsible.