Un nuevo camino

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Hace 17 años, aproximadamente, Dakota Fanning llegaba como un torbellino a las pantallas acompañando a Sean Penn en “Mi nombre es Sam”. Su belleza natural, sumado a su precocidad, y potente manera de actuar, la ubicó en un lugar privilegiado de Hollywood.
Pasaron años, películas y más películas, la transformación de ella misma, y siempre ha quedado en el imaginario aquel relato doloroso acerca de un hombre que debía luchar por la custodia de su hija (Fanning) en medio de su propia pelea por encontrar un lugar en el mundo pese a sus dificultades.
Ahora ella es la que se ubicará en un lugar particular, con un personaje muy especial, en la simple y honesta “Un nuevo Camino”, película que la presenta por primera vez como protagonista absoluta y en la que muestra un registro actoral distinto, alejada de estereotipos.
Ben Lewin (The Sessions) dirige esta historia de superación a partir de la construcción de una narración apoyada en el universo de Wendy (Fanning), una joven con autismo que se hace camino en la vida a partir de rutinas y mucha imaginación.
Fanática de Star Trek, intentará escribir un guion y en el medio de su día a día recibe la visita de su hermana (Alice Eve) y verá cómo a partir de ésta su universo de seguridades y certezas se desploma. “Un nuevo camino” elude lugares comunes, clichés y estereotipos en su historia, prefiriendo avanzar en la construcción de disrupciones o secuencias oníricas para reforzar conceptos y la importancia que tiene para el relato el vuelo y la asociación con la cultura popular.
No es un dato menor que Star Trek se convierta en el refugio y fuente de inspiración de metáforas y situaciones cotidianas para Wendy.
La serie, que aún mantiene vivo el espíritu de fanáticos de todo el mundo, marcó un antes y un después en la concepción de otros mundos en el imaginario colectivo. “Un nuevo camino”, a su manera, también aporta una nueva mirada sobre la enfermedad, las situaciones que viven día a día personas con capacidades diferentes y su relacionamiento con el mundo desde dónde se pueda.
La película prefiere desarrollar desde el humor, la incomodidad, y la honestidad, su historia, evitando que el drama supere los índices y temas del relato, apoyándose en el mundo imaginario de la protagonista, la relación con su hermana, con su terapeuta (Toni Collette) y con el agobio de su propia enfermedad.
Lewin construye una película en la que se privilegia la forma al contenido, enriqueciendo una historia previsible que volantea el rumbo hacia una búsqueda visual potente, destacando así las actuaciones protagónicas, en particular la de Fanning, y reforzando su mensaje sobre la lucha, la perseverancia, el amor y la familia.