Un lugar en silencio: Parte II

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Nadie apostaba demasiado en 2018 por Un lugar en silencio, pero la película post apocalíptica dirigida por Krasinski y protagonizada por él y su esposa (tanto en la ficción como en la vida real) Emily Blunt se convirtió en la sorpresa comercial (y en muchos casos también de crítica) de ese año con una recaudación solo en cines de más de 340 millones de dólares. La secuela, si bien se ubica un escalón por debajo del film original, mantiene buena parte de los mejores atributos de esta atractiva e inteligente combinación entre el terror y la ciencia ficción.

Tres años después de la notable entrega inicial llega esta secuela escrita y dirgida por un Krasinski que aquí cede el protagonismo en pantalla. De todas maneras, su Lee Abbott aparece en la extraordinaria secuela inicial junto a su esposa Evelyn (Emily Blunt), su hijo Marcus (Noah Jupe) y su hija Regan (Millicent Simmonds). Ese “Día 1” nos mostrará el inicio de la invasión de esas criaturas alienígenas ciegas, pero con una audición tan desarrollada que el más mínimo ruido puede terminar con cualquiera de las bestias destrozando a uno o varios humanos. Mientras el pueblo disfruta de un partido de béisbol infantil, se empieza a percibir en el cielo algo parecido a una lluvia de meteoritos, pero no... es el preludio del arribo de decenas de estas aterradoras “langostas” extraterrestres.

De allí al “Día 474” y con un nuevo personaje, el Emmett de Cillian Murphy (un viejo amigo y vecino de los Abbott), para una épica de supervivencia en esta algo menos sutil pero igualmente eficaz combinación entre la ciencia ficción apocalíptica, el terror y el drama familiar.

Un poco más clásica y concesiva que su predecesora, Un lugar en silencio - Parte II ratifica de todas maneras la categoría de Krasinski como guionista y narrador para una saga que hace del inteligente uso del sonido y del fuera de campo dos de sus principales aliados. También es un hallazgo la utilización con fines dramáticos de Beyond the Sea, el tema cantado por Bobby Darin que en verdad es una adaptación al inglés del clásico francés La Mer, de Charles Trenet.

Más allá de ser todo sigilosos que puedan, no hay demasiado que puedan hacer los protagonistas en su lucha contra los invasores: solo la técnica descubierta por Regan (un audífono, un amplificador y una distorsión que les afecta la audición) y/o, claro, un buen escopetazo. Esta Parte II ya no genera el mismo impacto que la sorprendente entrega original, pero también es cierto que Krasinski y su elenco están a la altura de las expectativas y circunsttancias; así, esta secuela, con su impecable manejo del suspenso y la tensión, termina convirtiéndose en un atractivo y logrado exponente de cine de género. No se trata en absoluto de un mérito menor.