Un loco viaje al pasado

Crítica de Natalia Trzenko - La Nación

La máquina del tiempo es un jacuzzi

Otra comedia que homenajea a los 80

¿Qué hacer cuando la mejor parte de tu vida ya pasó? Para los amigos cuarentones Adam, Nick y Lou, la respuesta es quejarse, rememorar su juventud supuestamente gloriosa y andar por el mundo con una mirada de continuo desagrado por todo. Muy malos en la tarea de ser adultos, estos tres hombres creen, en cambio, haber sido excelentes en el arte de la adolescencia tardía.

Así comienza Un loco viaje al pasado, una nueva película que explora y explota la nostalgia por los años ochenta. Claro que, a diferencia de Karate Kid y Brigada A , versiones actuales de éxitos ochentosos, este film no sólo mira hacia el pasado, sino que literalmente viaja hasta él.

Ante el aparente intento de suicidio de Lou -interpretado por el comediante Rob Corddry-, Adam y Nick deciden distraerlo llevándolo a ese lugar de vacaciones en el que fueron tan felices más de veinte años atrás.

Lejos de su pasado esplendor, el centro de esquí les reserva una sorpresa en forma de un jacuzzi que los transportará a aquel fin de semana de 1986 pico de sus tristes vidas. "Eramos jóvenes, era nuestro momento, estábamos ganando", dirá Adam, interpretado por John Cusack, que es también productor del film que dirige su amigo y socio Steve Pink (productor de Alta fidelidad, que debuta aquí como realizador). Cusack, protagonista de una buena cantidad de películas emblemáticas de los ochenta (si hasta usa un sobretodo tan parecido al que tenía en la película Digan lo que quieran , la ópera prima de Cameron Crowe), parece estar burlándose de sus propios comienzos. O tal vez se trate de un homenaje a esos tiempos en que se podía fumar en los bares, las luces de neón eran obligatorias y Michael Jackson era negro. A modo de guiño para memoriosos aparece Crispin Glover, que no es otro que el actor que interpretaba a George McFly en la saga Volver al futuro, clave en la tan citada década.

Con un humor de trazo grueso, algunas bromas desagradablemente escatológicas y unos cuantos hallazgos a la hora de marcar los paralelismos entre los jóvenes de aquel entonces y los de ahora, la película tiene un desenfado que la hace divertida y tierna. Al menos cuando deja de lado los chistes que involucran vómitos y otros accidentes estomacales.