Último recurso

Crítica de Gustavo Castagna - A Sala Llena

El inicio de Último recurso resulta más que sugerente desde su novedad temática. Supuestamente el Mundial de Fútbol de 1930 en Uruguay no fue el primero sino que cuatro años antes hubo otro, lo ganó Argentina y se borró hasta el mínimo detalle del mapa. La noticia llega a la redacción de una revista en bancarrota o algo parecido a eso, cuestión que decidirá una investigación a cargo de una periodista (María Villar) y de una pasante recién llegada al lugar de trabajo (Tamara Leschner). Esos minutos iniciales de la octava película de Matías Szulansky (solo 31 años) presentan un conflicto extraño, un intríngulis a resolver, un enigma que podría disparar hacia zonas, por qué no, lejos del realismo y cercanas a lo sobrenatural. El descreimiento del director de la revista y de los veteranos redactores se contrapone a la curiosidad y energía de las dos mujeres. Mientras tanto, una voz difusa procedente de un viejo cassette amplía las posibilidades del conflicto.

De ahí en más Último recurso se abre a dos vertientes temáticas, la citada investigación y, por otro lado, referir a aspectos privados de la dupla protagónica. En un momento, cuando la película empieza a inclinarse por el segundo tópico, surge una gran escena, acaso la mejor de la película, donde se mezcla la Historia con el fútbol, el mundial fantasma con el contexto, todo ello a través de una conversación donde se incluye a un hombre de origen asiático y a su traductora.

Esta escena podría haber servido de prólogo a que la citada investigación se sumergiera en claves acordes al género fantástico, entremezclado con el policial y, por qué, hacia algunas grajeas afines al terror. Pero no: de ahí en más la trama profundiza aspectos laterales al centro neurálgico del relato: un paseo en lancha una relación afectiva, conversaciones poco productivas para el crecimiento dramático. Desde este punto, Último recurso pierde interés y potencia hasta el final, desarmando una intriga inicial ya de por sí atractiva, olvidando si existió o no ese mundial y eligiendo una subtrama inesperada que parece proceder de otra historia, otra película, otro discurso cinematográfico antagónico al del comienzo.