Tutti I Santi Giorni

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Paolo Virzi, el hombre detrás de "Tutti I Santi Giorni", ostenta muchos galardones en su tierra natal (obviamente Italia) pero su carrera despegó internacionalmente hacia 2010 con "La prima cosa bella", un film que, sin ser descollante, lo ubicó entre los cineastas más populares de Europa en los últimos tiempos.
En esta oportunidad, el hombre ha decidido adaptar la novela del mismo nombre de Simone Lenzi, (en realidad, lo hicieron juntos) junto a su coequiper de muchos años Francesco Bruni. Cuál es la idea detrás de "Tutti..."? Plantear un drama romántico que presente los conflictos de las parejas de hoy, en relación al hecho de tener hijos, en esta actualidad del Viejo Continente, donde nada es fácil, todo es complicado y costoso.
Guido (Luca Marinelli) es un apuesto conserje nocturno de hotel. Se ocupa de atender el mostrador cada noche con bastante oficio, ama la lectura (es un intelectual peleandole a la vida, les diría) y viene de una familia de exitosos universitarios.
Nos damos cuenta que tenía potencial para ir a estudiar al extranjero, pero... Decidió quedarse, por amor.
Vive con Antonia (Victoria Joanna Caiozzo, alias Thony en el ambiente de la música), su novia desde hace seis años. Su perfil es opuesto al de su pareja, sin embargo, ellos tienen una relación pasional y equilibrada. La que les permitió ir superando una cuestión complicada: Guido no duerme en casa de noche y Antonia tiene un empleo de día en una agencia de autos. O sea, uno llega a casa cuando el otro sale. Cómo resuelven esto? Hacen el amor a las 8 de la mañana…
Todo va bien hasta que la pareja, que nunca se cuidó en el sexo (dato a tener en cuenta), avanza en la decisión de tener un hijo. Ahí es dónde se pone a prueba la estabilidad de la relación: comienzan los cambios de hábitos, los sacrificios económicos, las consultas médicas… Y eso genera consecuencias que mejor, no anticipar.
“Tutti I Santi Giorni” se sostiene a través de la entrañable química que presenta la pareja central. Es el típico caso en que uno, enamorado de un diferente, debe dar el paso a un proyecto nuevo de peso, lo que resquebraja los andamios que sostienen el acuerdo general.
Thony es la estrella de la cinta: su Antonia es frágil, inflamable y extremadamente querible. Marinelli es simpático y aporta muchas notas de humor, aunque la sensación a lo largo del metraje es que el conflicto es demasiado esquemático y el tratamiento, podría haber sido más arriesgado. Poco color en los secundarios, una narración sin sorpresas, hacen que el film no termine de despegar.
Si, hay que reconocerle el valor en la descripción de la sociedad italiana de estos tiempos: falta de empleo y dinero, pocas posibilidades de desarrollo, crisis. Virzi sabe de cómo abordar parejas y registrar su ciclo vital, atributo que le permite llevar el film a puerto, a pesar de no deslumbrar en el derrotero. Para ver en pareja, sólo si les gusta el cine europeo (y vean la película hasta su última y reveladora escena, ojo con irse antes!).