Tres en la deriva del acto creativo

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Film póstumo del realizador Pino Solanas, fallecido en el año 2020. Doblemente fantasmagórico, para citar a Horacio Quiroga, ya que otro de los protagonistas, Tato Pavlovsky murió en el año 2015. Tres viejos amigos se reúnen para charlar sobre el arte, la vida, la amistad y la muerte. Ellos son el pintor Luis Felipe “Yuyo” Noé, el dramaturgo y actor Eduardo “Tato” Pavlovsky y el realizador Fernando “Pino” Solanas. El núcleo del film es una amena charla familiar donde ellos son el centro. Toman un vino, comen una picada y miran su vida en retrospectiva. A ellos se le suman sus hijos, los tres artistas y amigos entre sí: Gaspar Noé, Juan Solanas y Martín Pavlovsky. En la forma en la cual se suceden estas escenas iniciales queda claro que hay algo planificado y algo improvisado, algo pactado y algo no del todo aclarado.

El cine documental tiene muchos ejemplos de despedidas. Alejado hace muchos años de la ficción, Solanas se venía dedicando al documental político. En paralelo, ahora lo sabemos, planificaba este trabajo. Hay elementos políticos acá también, pero más como parte de algo autobiográfico. Lo que prioriza es un recorrido por la obra de los tres artistas. Tal vez Solanas debió haber hecho un documental sobre sus amigos, porque lo más fallido es cuando realiza su propia biografía, un momento algo incómodo con un nivel de autoindulgencia bastante bochornoso. Jamás se hará un documental sobre él que muestre sus contradicciones o sus errores, algo que sería más justo con su figura a lo largo de los años. No se practica en Argentina el documental crítico de los artistas, mucho menos si están vinculados con el peronismo o la izquierda. El último que criticó a un artista fue el propio Solanas en La hora de los hornos, furioso con Manuel Mujica Láinez en un largometraje donde exaltaba la figura del Che Guevara.

En su último film, Solanas despide a un amigo y se homenajea a sí mismo. Lo primero es noble y hasta emocionante, lo segundo es innecesario. Tampoco queda muy claro porque la película se desvía y se va con los hijos a Paris. Acá se repite la idea de que el exilio forzado convierte a cualquiera en una persona de una casta superior, igualando a genios y a mediocres sin problema. Los hijos de estos tres artistas no parecen tan preocupados por ubicarse en el rol de víctimas y a todos se los ve muy bien. Casi al terminar la película Solanas apunta sus dardos contra el neoliberalismo, mientras añora sus sueños de una revolución. Tal vez por eso murió en la bella ciudad de Paris, lugar que eligió para el exilio durante tantos años.