Tres en la deriva del acto creativo

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Los documentales sobre artistas constituyen todo un subgénero aparte. Inagotable en su atractivo. Puerta de acceso a procesos creativos y trayectorias de vida que confluyen, se atraviesan y complementan. Estrenada en el último Festival de Cine de Mar del Plata, el documental póstumo de Pino Solanas reúne, bajo el formato documental a tres mentes creativas fulgurantes. Luis Felipe Noé, exponente de la Nueva Figuración y padre de Gaspar Noé, destacado cineasta radicado en Francia. Eduardo ‘Tato’ Pavlovsky, reconocido director teatral orientado al psicodrama. Fernando ‘Pino’ Solanas, destacado realizador de “La Hora de los Hornos” y de profusa actividad política. Tres productores culturales, tres artistas emblemáticos de nuestro país, tres creadores socialmente involucrados. Un dramaturgo, un cineasta y un artista plástico. Una reunión de amigos para reflexionar acerca de algo tan inasibles como el acto creativo. Tres vanguardistas, tres referentes de su generación. Tres disruptivos que supieron romper las barreras de su arte. Si bien el último material estrenado obra de Pino fuera el documental “Viaje a los Pueblos Fumigados” (2018), su rodaje se remonta hacia el año 2014. “Tres a la Deriva en el Acto Creativo” nos lega la autenticidad de una charla, también la utopía de condensar en una hora y media de metraje una cosmovisión creativa. Una vida dedicada al arte. No una, sino tres. El compromiso con la obra y una palabra que surge con inusitada fuerza: caos. El poder que conlleva tan singular palabra. Opuesto de la muerte, cambio permanente u orden bien interpretado. Podría comprenderse la obra como ritmos, líneas y motivos que forman una organicidad. De la plástica a los escenarios. Del rodaje a la hoja de papel. Unidad de procesos y unidad ausente en la vida cotidiana. Instante fotografiado de esa permanente transformación.

La construcción del documental abreva en que cada acto creativo aborda una determinada arista, desde los avatares de la vida artística al círculo familiar. Desde el exilio a la participación de la vida política. También la crisis, artística o institucional. El motor y el deseo creativo inextinguibles comparten un lugar común, de firme convicción para los tres participantes del encuentro. Existe un secreto para mantenerse jóvenes: alimentar los proyectos que insuflan de vida. Así es como nos lleva, de modo confesional, a través de los designios de la creación de un personaje. Son acaso las leyes inconscientes del proceso creativo. Reconocerse como un personaje verdugo y víctima a la vez, el precio a pagar por crear de modo incesante. Un lugar de ficción donde habita el permanente asombro. Un descubrimiento inagotable. Un lugar que no queremos dejar. Y vemos aquí, a tres impares seres habitados por devenires, develando el truco sin agotar la magia de cualquier forma de arte, capaz de superponer imaginarios y paradigmas. De proponer un cambio de percepción. De expandir un universo de ideas. Buscar que hay más allá del misterio que confiere la búsqueda una imagen cinematográfica. Una pirámide invertida, dice el realizador. Todo confluye en un plano, afirma Solanas. Espiamos el ensayo creativo…participamos del gran escenario: el centro del teatro es el cuerpo del actor, acota Tato. Es la búsqueda de la identidad, sumergiéndose en la obra y sus designios.

“Tres a la Deriva en el Acto Creativo” es metalenguaje y dispositivos imbricados. Una cámara que captura un cuadro, otra que reproduce un monólogo teatral. Distintas instancias de la belleza. Núcleo de un testimonio cultural inapelable, tríada de artistas hablando en primera persona sobre sus inquietudes. Trilogía de posibilidades de una criatura creativa. Ferviente composición y vida entrega al oficio que deposita sobre nosotros la siguiente pregunta: ¿se adapta la obra al artista o viceversa? Curiosamente, una charla atravesada por la finitud del ciclo de la vida, tomando esta etapa como mecanismo de ignición para continuar fraguando un cuerpo de obra efervescente. Tal condición impacta en mayor dimensión sabiendo que Pavlovsky fallecería poco después de rodado el documental. Retrato sensible de un legado y tiempo detenido para la eternidad. Eterno work in progress, la obra nunca está terminada. Un camino creativo jamás en línea recta. Una poética del riesgo, jamás desprovista de escollos. Regalo inmemorial y homenaje a la amistad artística, puede anticiparse como un cierre de trayectoria. Reside en Solanas la total responsabilidad y cierto sobre un producto que desnuda la lucidez artística de todo aquel ser intuitivo que se adelanta al propio pulso cronológico; puede el proceso de este film elaborar la pérdida de aquel amigo y tomar dimensión de la propia finitud en el horizonte del propio camino. Un llamado profético sumamente conmovedor.