Tren Bala

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Tremendamente divertida, ingeniosa, con acción, gags, humor negro y vueltas de tuerca de guion hasta en los créditos finales (no se levanten antes de tiempo), así es Tren bala, la película en la que Brad Pitt se enfrenta a Bad Bunny… y a un montón de personajes no menos estrambóticos.

Pero así como el poder de seducción de actor de Había una vez… en Hollywood se probó en distintas películas en tono de comedia -¿recuerdan la algo olvidada Quémese después de leerse, de los hermanos Coen, tal vez la mejor actuación de Brad en una película reidera?-, y aquí emerge bien algo, hay otra razón por la que Tren bala es un éxito.

Al margen de lo ajustado de las actuaciones de todo el elenco.

Es el guion

Son los enredos y los engaños, pero también la justeza, la fiereza y el timing de los diálogos. Los personajes a bordo del tren bala del título en Japón, donde transcurre casi toda la película, son excéntricos o estrafalarios. Pero cada uno tiene su historia, y tiene una razón, un porqué de su forma de actuar y de hacer lo que hace.

Pitt es un asesino que ha estado algo alejado de la acción, ocupado yendo a terapia. Cuando su jefa (voz de Sandra Bullock) le indica por teléfono un nuevo trabajo, el criminal ya tiene un nuevo “nombre": Ladybug, por las vaquitas de San Antonio. El cree que ha sido perseguido por la mala suerte, y ya saben lo que dicen de las vaquitas de San Antonio.

Ladybug es el protagonista de esta comedia negra y violenta coral. Tiene una actitud zen que contrasta con lo que debe hacer. Y por más que se disponga a dialogar, si cabe, con sus oponentes o quienes desean asesinarlo, deberá apelar a su inteligencia y sus músculos para lograr salir adelante.

La tarea aparenta sencilla. Debe abordar el tren del título en Tokio que va con destino a Kioto, y conseguir un maletín. ¿Qué hay en él?

Imagínenlo.

E imaginen que todo el mundo quiere se maletín.

No parece difícil la misión cuando Ladybug se encuentra con el maletín. Es cuestión de bajarse del tren en la próxima estación.

Error.

El peligro lo acecha, y Tren bala ofrecerá suficientes escenas de combate cuerpo a cuerpo, con puños, armas blancas y de fuego, alguna kitara -por algo estamos en Japón-, pero también peluches, botellitas de agua mineral y netbooks, y personajes, como decíamos… Singulares.

Hay dos asesinos a bordo -bueno, puede que haya más- a los que les dicen gemelos y que responden a los nombres de Lemon (Brian Tyree Henry, de Eternals) y Tangerine (Aaron Taylor-Johnson, de Animales nocturnos), que tienen que transportar el famoso maletín y a un joven. Y una chica vestida como colegiala (Joey King), de Ramona y Beezus, con Selena Gomez, y The Act), Y en algún momento subirá a bordo El Lobo (Bad Bunny), con alguna cuenta pendiente con… Ya lo averiguarán.

Y muchos más, que sería aburrido contar y es más divertido descubrirlos en la pantalla.

Por momentos, Tren bala hace recordar al mejor Guy Ritchie, al de Snatch: Cerdos y diamantes o la poco vista Rocknrolla. El director David Leitch (Deadpool 2) tiene dos particularidades. Fue doble de escenas de riesgo de Pitt en muchas películas, de El club de la pelea a Troya, y dirigió, aunque no aparezca en los créditos, la primera de Keanu Reeves como John Wick. Pero confió en el guionista Zak Olkewicz, quien tenía un antecedente no demasiado confiable: La calle del terror Parte 2 (2021) para adaptar la novela de Kôtarô Isaka. Y sí, le salió perfecto.

Lo dicho. Son las líneas de diálogo, las cosas que uno cree que son blanco y resultan negro, las zancadillas, los gags, las peleas bien filmadas. Todo eso hace de Tren bala un espectáculo para disfrutar en el cine, sin pisar -jamás- el freno y sí el acelerador.