Transformers 4: La era de la extinción

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

El realizador Michael Bay ama el cine. Lo demuestra en cada proyecto que inicia independientemente de la calidad y del resultado que consiga, no solo en la taquilla sino también en la pantalla.
Temáticamente hablando, generalmente, sus productos, incluyen un núcleo familiar monoparental que, destino mediante, intentara salvar al mundo de una amenaza natural, humana o extraterrestre (por ejemplo “Armaggeddon”).
En “Transformers 4: La era de la extinción” (USA, 2014), y luego de la ida de la franquicia del rebelde Shia Labeouf, Bay reinventa la saga, narrando la historia de Cade Yeager (Mark Wahlberg) un técnico en bancarrota que intenta sobrevivir reparando objetos obsoletos dejados en desuso por la personas.
Definido como un padre castrador, el personaje, con su hija Tasse (Nicola Peltz, de Bates Motel), y en una hacienda alejada de todo lujo y consumo, conviven mientras las deudas se acumulan y el retraso en una hipoteca hace peligrar su titularidad sobre la propiedad.
Cade (Wahlberg) se pasea por lugares olvidados de su pueblo recuperando y comprando objetos, que luego reparará, hasta que un día decide adquirir un viejo camión, el que por las vueltas de la vida (o del guión mejor dicho) resultará ser Optimus Prime.
Optimus permaneció oculto hasta ese momento ya que un grupo de inescrupulosos científicos y políticos, encabezado por el neofascista Harold Attinge (Kelsey Gramer) y secundado por Joshua Joyce (Stanley Tucci), una caricatura de Steve Jobs, busca capturar para poder cambiarlo por tecnología extraterrestre, la misma que dio origen a los Trasnformers y que posibilitaría la construcción a grande escala de réplicas de los robots para la defensa nacional.
Cade reparará a Optimus y junto a Tasse, a los que se sumará Shane (el ascendente Jack Reynor), novio de la joven, intentarán protegerlo, por lo que verán un giro en su rutina pueblerina para pasar a formar parte de una huida por diferentes estados de Norteamérica y China para proteger no sólo al líder de los autobots, sino principalmente, el destino de la humanidad.
Michael Bay apuesta a lo grande una vez más en una película que apoya su estructura narrativa en la animación digital de los robots, pero también en el aporte actoral de calidad de Wahlberg, Tucci y Grammer que dotan de verosímil a una cinta que en manos de otro sólo hubiese sido un pastiche de ideas.
La lucha por proteger a la humanidad de los extraterrestres que crearon a los Transformers va cediendo lugar a un mensaje filosófico sobre la existencia humana y sobre la importancia de poder conocer interiormente a uno y a los suyos para poder así defender los ideales.
Pero no es “Transformers…” un mensaje sólo new age, en el medio, obviamente, se sumarán a la lucha Bumblebee, otros autobots y hasta dinobots (nuevos), por el lado de los buenos, y Galvatron y Stinger y réplicas por el lado de los malos, para brindar dinamismo y sobre todo acción al filme.
Mientras transcurre la historia, en la que habrá romance (mal que le pese a Cade), persecución, transformación de los malos (no todos) y el intento de potenciar la estructura dramática con la hiperbolización de las características de los dos bandos (buenos muy buenos, malos muy malos), Bay va potenciando su impronta.
El espectáculo visual, en el que aprovecha todos los recursos cinematográficos habidos y por haber (paneos, travellings, supinas, cámara en mano, animación digital, etc.) colocan a “Transformers…” en un lugar de privilegio dentro de la saga (me atrevo a decir que es la mejor hasta el momento) y a Bay como un gran conocedor de la industria y los gustos masivos.
Michael Bay ama al cine, por eso en el inicio de la película (un filme total y autorreferente), en una escena nostálgica, muestra cuando Cade encuentra a Optimus abandonado en una vieja sala de cine. Allí el director a través de planos detalles y pequeños diálogos afirma que si a él el cine le dio la posibilidad de narrar historias, con todo el background y tecnología previa disponible, puede llegar a transforma todo ese potencial en películas que atraigan a todos los públicos. ¿O no es esa la idea germinal del cine? “Transformers 4: La era de la extinción” va en ese camino con una fuerza y una sinergia que hasta el momento no había sucedido