Toy Story

Crítica de Emiliano Fernández - CineFreaks

La infancia puede ser tan competitiva...

En una jugada doble que pretende aprovechar el exitoso regreso del 3D en versión remixada y crear expectativa en relación al próximo estreno de la tercera parte de la saga, Disney decidió refritar la siempre rendidora Toy Story (1995). Para aquellos que no lo sepan, estamos hablando de la primera película de Pixar y la obra que en términos concretos dio el espaldarazo definitivo a la revolución de la animación digital. Mucho más un logro técnico que artístico, no obstante el film aún hoy se abre camino luego de tres largos lustros, sabe emocionar desde la simpleza y en buena medida conserva su encanto.

Así tenemos nuevamente la historia de Andy (John Morris), un niño que desconoce la interna que despierta entre sus juguetes la llegada del aparatoso Buzz Lightyear (Tim Allen). Sucede que el antiguo favorito, un vaquero de trapo llamado Woody (Tom Hanks), ve con recelo la pérdida de terreno afectivo frente a la competencia. Una jugada del destino hace que ambos terminen lejos de su “dueño” y deban convivir en el peligroso viaje de vuelta al hogar... En suma, otra vez reaparece la vieja y querida “pareja despareja” de las buddy movies en un accidentado periplo de auto- descubrimiento personal y comunitario.

A pesar de los enormes adelantos recientes en lo que respecta a los CGI, la propuesta envejeció bastante bien salvo por un pequeño detalle: quedó demasiado elemental el perro de Sid, el vecino sádico especializado en torturar y masacrar juguetes. Dentro de las hasta ahora diez películas de Pixar claramente el período menos interesante es el inicial, el que abarca los tres primeros proyectos de John Lasseter. Para quienes despreciamos la producción del Disney tradicional, por supuesto que la presente, Bichos (A Bug''s Life, 1998) y Toy Story 2 (1999) fueron una maravillosa novedad, por momentos exquisita.

Pero el tiempo no pasa en vano y aquellos opus han sido superados por las ambiciosas realizaciones de Andrew Stanton, Buscando a Nemo (Finding Nemo, 2003) y Wall-E (2008), y su colega Brad Bird, Los Increíbles (The Incredibles, 2004) y Ratatouille (2007). Tanto Cars (2006), también de Lasseter, como los dos aportes de Pete Docter, Monsters, Inc. (2001) y Up (2009), mantuvieron la excelencia visual, el toque humanista y los chispazos de humor astuto característicos de la compañía. Si fuera por la Disney todavía estaríamos sufriendo la sonsera entre conservadora y sonámbula de los eternos huerfanitos.

Más allá de la pobreza general de los productos DreamWorks y los tristes intentos mainstream de reflotar la animación clásica, guste o no los CGI están aquí para quedarse; muestra irrevocable de ello es la extraordinaria Lluvia de hamburguesas (Cloudy with a Chance of Meatballs, 2009). La tecnología 3D no agrega nada a la Toy Story que ya todos conocen y han disfrutado en innumerables ocasiones, el atractivo en esta oportunidad es exclusivamente retro: la pantalla gigante es más funcional que los anteojitos. Hoy podemos volver a deleitarnos con esta simpática parábola acerca de la amistad durante la infancia...