Tortugas Ninja 2: Fuera de las sombras

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Luego de una primera versión que decepcionó a los fanáticos, el director Dave Green encaró el nuevo filme de las tortugas con una batería reforzada de recursos.

El cine mainstream más aparatoso tiene un líder indiscutible: Michael Bay, creador de estridentes blockbusters (Armageddon, Transformers) y amo absoluto del cine pochoclero puro y duro, quien junto con Nickelodeon Movies, encaró esta nueva versión de las antropomórficas tortugas. Tras la decepcionante primera entrega de 2014, a Tortugas Ninja 2: Fuera de las sombras decidieron insuflarle más pirotecnia. A cargo de Dave Green, un fanático del comic original y de la serie animada de 1987, el filme apuesta fuerte al goce sensorial y resulta más tecnológico y mastodóntico que el anterior.

Los personajes tienen un look más agresivo, los colores cobran más intensidad y la trama es un poco más compleja. Eso sí, a las escenas de acción habría que pasarlas en cámara lenta para ver si tienen coherencia y continuidad, porque son de una rapidez indistinguible que marea.

Leonardo (el líder), Rafael (el fuerte), Donatello (el cerebro) y Mikey (el amante de la pizza) están otra vez juntos para luchar contra el mal, que en esta oportunidad viene por partida doble, o mejor dicho cuádruple: al archienemigo Destructor/Shredder se le suma Krang, un extraterrestre con cabeza de chicle masticado que vive dentro de la panza de un robot enorme. También están Bebop y Rocksteady, el jabalí y el rinoceronte que aportan el costado grotesco y punky a la historia.

El plan del deforme Krang es abrir un portal de otra dimensión, construir una nave gigantesca y, por supuesto, conquistar el mundo.

La bella reportera de TV Abril O’Neil (Megan Fox) es el único personaje que desentona en el conjunto, ya que los reptiles de caparazón -–y especialistas en el manejo del nunchaku– se cohesionan a pesar de que piensan distinto y funcionan como un equipo encargado de defender la ciudad desde las alcantarillas donde viven. No pasa lo mismo con Vernon Fenwick, el sensei Splinter (la rata que los adopta como hijos) y Casey Jones (el policía galán que seduce a Abril), quienes se complementan bastante bien con el grupo de criaturas verdes.

Aunque incurre en un triunfalismo obsceno, lo bueno es que por momentos se parece a una carta de amor en 3D a Nueva York. Y eso es todo. No se le puede pedir más a un producto que sólo pretende divertir y reventar la taquilla. Tortugas Ninja 2 es la máxima expresión del cine como espectáculo, un entretenimiento a secas que aplasta todo atisbo de aburrimiento.