Top Gun 2: Maverick

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Top Gun: Maverick es la versión corregida y mejorada del Top Gun o tal vez, para ser más justos, una forma madura y más sofisticada de la película de 1986. Pete Mitchell, Maverick (Tom Cruise) llevan treinta y seis años en la Armada sin pasar del rango de capitán. La escena inicial y lo que ya sabemos de él son la prueba de ese estancamiento buscado. Pero llega una orden de la academia Top Gun para que vuelva como instructor, un puesto que muchos años atrás ocupó durante tan solo dos meses. La orden llega de su viejo rival y luego amigo Tom “Iceman” Kazansky (Val Kilmer) quien ahora es almirante, comandante de la Flota del Pacífico. Al llegar, Maverick descubre que no se trata de ser un simple instructor, sino de preparar a un grupo de los mejores pilotos para una misión muy complicada que consiste en destruir instalaciones de uranio enriquecido producido por una nación sin nombre. Una complicación extra es que entre los pilotos de élite está Bradley “Rooster” Bradshaw, el hijo del viejo compañero de Maverick, Goose.

La película utiliza una estructura acorde a los tiempos que corren. Es secuela, remake, homenaje y revisión del film anterior. Las imágenes iniciales juegan con la estética de la película anterior, incluyendo el tema Danger Zone interpretado por Kenny Loggins. La película rinde homenaje en más de un sentido al director del film original, el recordado Tony Scott. Pero luego se aleja y despliega su verdadero juego. Allí donde la otra película fallaba, es decir en la consistencia del guión, acá todo se ordena y se arma de forma más sólida. Hay una historia de amor más madura, esta vez entre Maverick y Penny (Jennifer Connelly), una madre soltera y dueña de un bar con la que Maverick tuvo una relación en el pasado. Tom Cruise es directamente otro actor, dejó atrás su gestualidad adolescente y hace veinticinco años que es la máxima estrella de Hollywood. Se nota el cambio justamente en sus dos interpretaciones de Maverick. Maverick sigue siendo gracioso, simpático y también intrépido y atrevido, aunque ha perdido su costado más egoísta y peligroso. Asume riesgos por el equipo, no por él.

Las escenas de acción han evolucionado técnicamente así como también se nota un gran cambio en los conceptos de montaje en general. Decíamos que homenajea a Tony Scott y es cierto, pero aun en la escena inicial hay otro tipo de planos, más narrativos, que no le quitan espectacularidad, pero completan mejor las ideas. Hay también emoción y el personaje de Val Kilmer, un poco desviado hacia los propios problemas de salud del actor, genera una conexión que va más allá de la pantalla. Muchos elementos se vuelven a presentar en modos parecidos al film original, como el deporte en la playa o la canción de Jerry Lee Lewis en el bar. Parecen iguales, pero no lo son, el paso del tiempo lo ha cambiado todo.

Top Gun (1986) fue un fenómeno que catapultó la carrera de Tom Cruise y siempre será valorada por eso. Pero aquí el último tercio de la trama muestra lo mucho mejor que es esta secuela. La primera película tenía un final anticlimático que se deshilvanaba frente al impacto de las escenas más logradas del resto de la trama. Acá el clímax es exactamente eso y tiene una tensión perfecta. Misión: Imposible mediante, el guión crea esta tarea para los protagonistas. Los villanos vuelven a ser prácticamente invisibles, no tienen rostro, ni siquiera tienen diálogos. Solo pilotos detrás de una máscara que los cubre por completo. Una cuenta regresiva dentro del guión convierte a los tramos finales de Top Gun: Maverick en un espectacular conjunto de momentos de acción y tensión. Tom Cruise lo hizo de nuevo y esta vez se ha dado el lujo de reinventarse a sí mismo, ya no como actor o como estrella, sino como personaje. Maverick creció y esta película lo demuestra.