Todo un parto

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Los opuestos se atraen

Luego del inmenso éxito conseguido el año pasado con la notable ¿Qué pasó ayer? (en estos momentos se está filmando la secuela con el mismo equipo), Todd Phillips -el nuevo Rey Midas del humor norteamericano en reemplazo del alicaído Judd Apatow- nos regala otra comedia arrolladora, delirante y, aunque bastante más despareja que The Hangover, muy disfrutable por su desparpajo y por el duelo actoral que propone entre dos grandes talentos como Robert Downey Jr., Zach Galifianakis.

Buddy-movie trabajada a partir de la comicidad que se genera entre dos protagonistas opuestos unidos por una sucesión de eventos desafortunados (el yuppie serio y sobrador que debe llegar a tiempo para el parto de su futuro hijo interpretado por Downey Jr. y el impresentable, patético y bienintencionado loser y aspirante a actor de Galifianakis, que carga con un perro y con las cenizas de su padre), Todo un parto aborda temas como la paternidad y la amistad masculina a partir de un esquema tradicional como el de la road-movie (luego de un incidente inicial en un aeropuerto ambos deben recorrer juntos en auto los 3.200 kilómetros que separan la Costa Este de la Oeste) y, en ese trayecto entre Atlanta y Los Angeles (con más de un desvío y contratiempo), pasarán del odio inicial a una hilarante camaradería.

El film aborda cuestiones "zafadas" (el consumo de drogas que permiten cierta veta alucionatoria), escatológicas (vómitos incluídos), políticamente incorrectas (como un incidente con la policía mexicana) y hasta míticas (como un paso por el Gran Cañón del Colorado), pero todo transita dentro de los cánones algo previsibles y aceptables de la comedia mainstream hollywoodense (algo que la sorprendente ¿Qué pasó ayer? logró subvertir en no pocos pasajes).

Todo un parto, por lo tanto, no es una gran película, pero sí una más que digna comedia, con razonables momentos de inspiración y no pocos gags (físicos y verbales) como para sacar un "aprobado". Phillips pasó la prueba sin sobrarle demasiado. Esperemos que la continuación de ¿Qué pasó ayer? nos ratifique y amplifique sus indudables condiciones dentro de un género tan difícil y traicionero como el del humor absurdo que él tan bien cultiva.