Titanes del Pacífico

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

Entretenimiento mayor con recursos técnicos espectaculares

La década del ’90 produjo cambios sorprendentes en la comunicación con la aparición de Internet y de poderosas bases de datos como IMDB.
Antes, durante los ’80 el grueso del soporte de la información filmográfica era básicamente en papel. En esa época, en Argentina, aún se publicada el “Heraldo del Cine”, un semanario fundado por Chas de Cruz en 1931. Contenía críticas de todos los estrenos en el país y la razón por la cual se lo menciona aquí, además del justificado homenaje que merece, es que se usaban dos puntajes para calificar a las películas.
Dicha duplicidad en la calificación podría muy bien aplicarse a uno de los estrenos importantes de esta semana. Se trata de “Titanes del Pacífico” (Pacific Rim”), octavo largometraje del mexicano Guillermo del Toro.
En LEEDOR consideramos como uno de nuestros máximos objetivos el orientar al potencial espectador sobre las virtudes y méritos o inversamente los defectos y limitaciones de los films que comentamos. No somos muy entusiastas en dar puntajes aunque admitimos que es la tendencia que predomina. Prueba de ello es la adhesión que generan sitios como “Todas las críticas”, una buena versión local del famoso “Rotten Tomatoes”.
Volviendo al mítico “Heraldo” señalemos que para cada estreno eran dos los atributos calificados (de 0 a 10), conocidos como “Comercial” el primero y “Artístico” el otro. Aún con sus limitaciones y con la inevitable subjetividad que hay detrás de toda crítica este cronista estima que el sistema anterior era (es) de alguna utilidad.
“Titanes del Pacífico” ya es un éxito comercial, al menos en nuestro país (se estrena hoy viernes 12, un día más tarde en Estados Unidos, no disponiendo aún de cifras de taquilla allí). El lector que adivine que se está sugiriendo un puntaje de 9 o 10 en lo “Comercial” estará en lo cierto.
Donde resulta más difícil la calificación es en el rubro “Artístico” y lo que aquí se intentará es justificar el puntaje otorgado, que se agregará a los de otros colegas en “Todas la críticas”.
Pocas veces un film del género fantástico ha utilizado con tanta maestría el arsenal de recursos técnicos que el cine actual dispone. Incluso el 3D, cuyo uso se estima desmedido y a menudo no justificado, en este caso realza la espectacularidad de numerosas escenas de combates entre monstruos. Lo original aquí es que a los invasores (llamados Kaijus) que por una vez no vienen del espacio sino del fondo del mar, los terráqueos les oponen grandes robots mecánicos (conocidos como Jaegers). Y que a estos últimos los ”tripulan” normalmente dos personas cuyos cerebros son conectados entre sí (lo llaman enlace neuronal).

Al inicio Raleigh Becket (Charlie Hunnam) se desplazará junto a su hermano dentro de una de estas verdaderas maquinarias de guerra pero sólo él sobrevivirá y durante varios años será un simple obrero de la construcción.
En pocos años los Kaijus irán acumulando victorias y destruyendo ciudades como San Francisco y Tokio, hasta que el ex jefe de Raleigh (Idris Elba) lo vuelva a convocar cuando la situación se vuelva desesperante para la humanidad.
Y aquí hará su aparición Mako (la japonesa Rinko Kikuchi), otro personaje central a la historia la que finalmente acompañará físicamente a Raleigh dentro de un Jaeger. Claro que no siempre el citado enlace neuronal funcionará en forma óptima. Por un lado es necesario entender que al ser conectados los cerebros los recuerdos de las duplas se comparten y por el otro que Mako guarda terribles remembranzas de cuando era algo más chica en Tokio. Esas escenas constituyen una reelaboración de famosos films de terror japoneses y en particular aquí los Kaijus recuerdan fuertemente a monstruos como el clásico Godzilla.
La película dura dos horas y quince minutos aunque la duración, quizás algo excesiva, se soporta bien por la parafernalia de efectos y predominio de batallas. Hay también otros personajes muy excéntricos como un par de hermanos científicos alemanes (Charlie Day, Burn Gorman) que usan restos de Kaijus (pedazos de cerebro, por ejemplo), para investigar donde está el punto débil de los invasores. Esto da pie a que uno de ellos visite en Hong Kong a un par de vendedores de estos restos en una de las escenas más divertidas donde participa Ron Perlman (“Hellboy”), casi un alter ego de Del Toro y el español Santiago Segura.
La mayor flaqueza de “Titanes del Pacífico” es lo convencional de su argumento, con un final bastante predecible. No hay por otra parte grandes interpretaciones aunque como entretenimiento el film cumple ampliamente por lo espectacular de ciertas escenas.
Entonces faltaría cerrar esta nota con la calificación del segundo rubro (“Artístico”) y se estima que un 7 u 8 harían justicia. Los fanáticos del género seguramente disentirán y a ellos les diríamos que su mayor puntaje para nosotros califica el otro rubro (“Comercial”), no necesariamente de un modo peyorativo.