Tiro de gracia

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Luego de un documental para E. Kodak y algunos cortos promisorios (además de ser responsable del guión de “Amor a mares”), llegamos al primer largo de ficción de Nicolás Lidijover: “Tiro de gracia”. Lo primero que hay que decir, es que esta propuesta llama la atención por la manera en que fue filmada, más que por el conflicto que presenta (universal y ya abordado en varias oportunidades).

Lidijover propone un registro cuasi teatral, de un grupo de personas en un asalto seguido de toma de rehenes. Hasta ahí, suena convencional. Pero no. Lo original se produce en el enfoque, el director rueda su film con cámaras GoPro (17 para ser exactos) diseminadas a lo largo del espacio donde se desarrolla la acción. Ellas registran los movimientos e interacciones del elenco desde distintos ángulos y transmiten la sensación de que todo lo que vemos es real, dado que es habitual usarla para seguridad.

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Jesús (Nicolás Goldschmidt) es un chico humilde, que trata de hacer las cosas bien. Sin embargo, tiene problemas laborales, lo despiden de su trabajo y su economía precaria se resquebraja con la noticia. Es cierto que en los primeros minutos ya sentimos que a pesar de su honestidad, llegado el momento la necesidad traicionará sus principios. Y ese instante se produce cuando su bebé se enferma y su mujer le pide que vaya a una farmacia a conseguir leche y otros elementos, sin saber que él ya no tiene plata ni trabajo. Es ahí cuando Jesús entiende que ya no tiene otra opción que no sea asaltar el lugar para conseguir lo que necesita y asistir a su hijo.

En esa vuelta, al realizar el asalto en busca de simples elementos para cuidado del bebé, se topará con una situación fortuita que hará que el mismo se frustre y termine atrincherado con todos, buscando una salida parar escapar al asedio de la policía. El encargado del lugar, Marcelo (Nacho Gadano), será quien intente clarificar la situación y lograr que esa toma de rehenes se resuelva sin violencia, tarea difícil por la cantidad de variables que tendrán lugar en la farmacia.

La técnica para rodar, es original y le aporta cierta tensión al relato. Es cierto que algunos flashbacks distraen la atención y brindan más información de la que uno necesita para adentrarse en la historia. El guión, por otra parte, de a ratos transmite un ritmo furioso aunque en otros, se desgrana en situaciones predecibles y que sólo distraen del conflicto principal. Se percibe un trabajo en los actores de gran compromiso pero el ritmo errático que se plantea para la organización del relato le resta brillo a esa labor y termina por desgastar al espectador en esa vuelta.

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Por otra parte, la caracterización ideológica y el trabajo con los prejuicios que propone, rozan el estereotipo (chico pobre que sin experiencia roba por necesidad y clase media que está por la represión en tanto afecten sus intereses) ,perdiendo la oportunidad de mostrar un cuadro más complejo y rico que el presentado. Además, cuando entramos en la zona de definición del film, algo no parece ajustado (ya verán porqué) y el cierre termina dejando un sabor extraño en el público. Lidijover tiene buenas ideas y desarrolla aprendizajes veloces (el manejo con la dinámica que generaron las cámaras GoPro son prueba de ello), así que estamos seguros que capitalizará de esta experiencia mucho. Como espectador puro, debo decir que “Tiro de gracia” a priori parecía un film inflamable pero no fue así.
No quedé satisfecho a la hora del análisis final. Eso sí, es importante apoyar a los que arriesgan e innovan y en ese sentido, un voto de confianza nuestro va para el próximo trabajo de este director. A tenerlo en cuenta.