Tierra sublevada - Parte 2: Oro negro

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Memoria del (otro) saqueo

A los 75 años, y con medio siglo de carrera cinematográfica, Pino Solanas sigue con sus documentales políticos (y, de alguna manera, haciendo política con sus documentales) sobre la Argentina post-2001.

Luego del tríptico Memoria del saqueo, La dignidad de los nadies y Argentina latente, Solanas filmó La próxima estación (sobre los ferrocariles) y Oro impuro (sobre la minería a cielo abierto). Ahora, es el turno del petróleo (y del gas) en Oro negro, un muy interesante documental a cargo de alguien que sabe del tema y que, por lo tanto, tiene llegada a quienes son capaces de exponer en toda su dimensión el despojo que se produjo tras la privatización de YPF y Gas del Estado a finales del menemismo.

La película está construida en varias líneas: la reivindicación de la figura señera y modélica del general Enrique Mosconi, creador e impulsor del crecimiento de YPF; un panorama de la importancia estratégica de la empresa durante décadas hasta llegar a la actual situación de desabastecimiento e importación de combustibles; y el retrato íntimo de luchadores populares (ex trabajadores de la industria petrolera) en zonas arrasadas como la propia ciudad salteña de General Mosconi.

Más allá del didactismo de la narración del propio Solanas (de todas maneras, mucho más relajada y menos altisonante que en oportunidades anteriores), Oro negro es un trabajo inobjetable por la calidad de sus testimonios, la contundencia de sus datos, la potencia de su denuncia hacia la connivencia entre políticos (incluido los kirchneristas) y las empresas privadas; y la sensibilidad en el acercamiento humano (sobre todo, hacia las comunidades de los pueblos originarios afectadas por la contaminación de sus tierras por parte de las grandes corporaciones).

La película es apasionante y por momentos conmovedora, pero también lastima, se padece en las entrañas ante la evidencia de que la Argentina ha regalado una parte esencial de su patrimonio porque no ha sabido (o no ha querido) defender sus intereses. El desatino del pasado (y del presente) ya lo estamos pagando, pero lo sufriremos aún más en los próximos tiempos. Así, Oro negro resulta un documental esclarecedor, esencial y, por lo tanto, destinado a perdurar.