The Iceman

Crítica de Emiliano Fernández - CineFreaks

La distancia entre familia y trabajo

El cine de vez en cuando nos ofrece sorpresas más que agradables y así podemos encontrar una obra interesante donde hasta entonces no había demasiado para destacar. El tercer opus de Ariel Vromen definitivamente sigue este derrotero singular, posicionándose muy por encima de sus películas anteriores y abriéndose camino hasta formar parte del ranking cinematográfico de lo mejor del año que comienza a desaparecer. Si bien The Iceman (2012) es en términos prácticos otro exponente vintage de esos que pueblan la cartelera por períodos, aquí la faena cualitativa sobrepasa con creces al promedio habitual gracias al talento involucrado en lo que hace a la administración de los muchos recursos disponibles.

La trama analiza lo que podríamos denominar la carrera profesional de Richard Kuklinski, un sicario real que asesinó a más de 100 personas bajo contrato de la mafia y que hoy es interpretado por un excelente Michael Shannon. El desempeño del norteamericano no deja de maravillar ya que consigue la proeza de construir un personaje muy difícil, taciturno, con un pasado intrincado y que además debe establecer una distancia relativa entre su trabajo y la familia que forjó en paralelo. De hecho, ni su esposa Deborah (Winona Ryder) ni sus dos hijas conocen sus actividades aunque -por supuesto- a veces las sospechas se confunden con una complicidad pasiva latente, llamativos silencios incluidos.

Para aquellos que no lo sepan, el título del film proviene del apodo que recibió durante la etapa final de su trayectoria, cuando trabajó codo a codo junto a un colega conocido como Mr. Freezy (Chris Evans), quien le transmitió los detalles de esa técnica basada en congelar los cadáveres para entorpecer la investigación policial. Ya independizado de su antiguo empleador Roy Demeo (Ray Liotta), Kuklinski disfrutó de una suerte de gloria como cuentapropista de la muerte, a partir de la cual pudo atesorar un estilo de vida suntuoso. En esencia estamos ante un psicópata con una pulsión homicida que le genera vergüenza, así cualquier pobre diablo ocasional que represente un estorbo rápidamente será despachado.

Sin dudas el guión está apuntalado sobre la ambivalencia del protagonista, un exquisito desarrollo de personajes y la sutiliza en la construcción de las situaciones. Con un elenco envidiable, Vromen se luce en la dirección de actores y le permite a Shannon ejecutar un verdadero unipersonal de la tragedia. The Iceman es un drama criminal lúgubre y setentoso, a esta altura todo un subgénero del devenir retro: la violencia continua, un código de ética bastante particular, la dualidad existencial y la escasez de palabras son factores centrales en esta denuncia contra el sueño americano y sus ribetes más despiadados, ya no sólo a nivel del individuo sino también en lo que respecta a una sociedad de cadencia sadomasoquista…