Testigo íntimo

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Mucho más que un brutal asesinato

La película protagonizada por Graciela Alfano y Felipe Colombo con dirección de Fernández Calvete propone un sistema de relato basado en el montaje paralelo que carece de intensidad.

El MacGuffin, el pretexto argumental, el disparador narrativo de Testigo íntimo resulta ser el crimen de una mujer (Guadalupe Docampo), novia de Rafael (Leonardo Saggese), pero que mantiene una relación afectiva con Facundo (Felipe Colombo), hermano del primero. Con ese pretexto como base, el nuevo policial de Fernández Calvete (La segunda muerte) va y viene en el tiempo, a través de flashbacks que informan como nexos explicativos acorde a las imposiciones de un guion con demasiadas gambetas y agujeros por completar y/o disimular.
El envoltorio formal de la película se contrapone a los esquives narrativos, enfatizados por la recurrente explicación de los hechos. En ese punto, la trama suma personajes satelitales de escaso soporte dramático, como el de la suegra de Facundo (jugado por la resucitada para el cine Graciela Alfano), quien también ejerce desde la actuación una excesiva (im)postura interpretativa. Allí, por lo tanto, se exhibe otro inconveniente de la película: sucede que con la excepción de Docampo (viva o encarnando a un cadáver), las actuaciones parecen forzadas y hasta invadidas por un rancio aspecto recitativo que recuerda a varios y olvidables exponentes de décadas atrás.
Como ocurriera con Brisas heladas, otro film nacional estrenado la semana pasada, Testigo íntimo elige la sustancia genérica desde la captación de ambientes cerrados y opresivos, omitiendo a los exteriores como hipotéticos protagonistas. En algún punto, esto favorece a determinadas escenas, en especial a aquellas en donde los dos hermanos discuten sobre el destino que se le dará al cadáver aun sin responsable a la vista. Pero aquello que puede funcionar desde la concreción de una puesta en escena claustrofóbica, comienza a disminuir en interés al convertirse en algo mecánico, previsible, ajeno a la sorpresa. A esas limitaciones, el film opone un sistema de relato apoyado en el montaje paralelo que, más que nada, le quita intensidad a la misma historia, convirtiendo al ya de por sí opresivo drama que viven dos hermanos a propósito de un asesinato en un catálogo solo convencional del género. El problema es que la suma de las partes, en este caso, aporta poco y nada.