Terrifier 2: el payaso siniestro

Crítica de Pablo Suárez - Sublime Obsesión

Todos sabemos que los payasos dan miedo. Nadie se olvida del payasito de Poltergeist. Tampoco de Billy, de El juego del miedo. Otros nos inquietan, pero nos divierten: los payasos del clásico de culto Killers Clowns from Outer Space; y Captain Spaulding, de La casa de los 1000 cuerpos y Los rechazados del diablo.

Javier, de Balada triste de trompeta, y Joker, son muy distintos. Son payasos trágicos y tristes. Sufren el drama que les toca vivir, no son asesinos por naturaleza. Son más humanos – hasta cierto punto.

Claro que el payaso más famoso, el que nos da mucho miedo es, sin ninguna duda, Pennywise. Sobre todo, el que interpreta Tim Curry en la versión original de It. Nos daba miedo de chicos y nos pone nerviosos hoy. Es insuperable.

Y en Terrifier aparece Art the Clown. Desquiciado y sádico, este payaso no tiene límites de ningún tipo. No solamente por toda la gente que mata, sino particularmente por cómo la mata. Si fuera humano, sería más peligroso que Dahmer o Bundy.

Aunque, en realidad, toda su perversidad recién se hace carne en Terrifier 2, una de esas raras secuelas que superan, y por mucho, a la primera película. Es que Terrifier 1 no asusta, no impresiona, no entretiene. Es curioso ya que ambas fueron escritas y dirigidas por Damien Leone. Hasta parece que Terrifier 2 fue hecha por otro director. Sea como fuere, los que amamos el cine de terror ahora sí podemos celebrar.

Estamos en Halloween y Art the Clown (David Howard Thornton) regresa al Condado de Miles, luego de haber resucitado porque sí (no podía ser de otra manera) y ahora persigue a Sienna (Lauren LaVera), una joven adolescente, y a su hermano menor para hacerles de todo hasta matarlos. De paso, va a matar a muchos otros y otras. Esta vez no viene solo: lo acompaña una niña, una especie de ¿fantasma? que puede llegar a ser más perturbadora que el propio Art.

Muerte más, muerte menos, esa es la trama – si es que se puede llamar trama. No nos importa que sea solamente eso porque lo que nos divierte (un poco) y nos impresiona (mucho) es el épico festival de gore con todas sus muertes en una fotografía de colores vivos, saturados y muy contrastados, con un vibrante rojo sangre como gran protagonista. Sumemos una dosis generosa de un humor muy negro, hasta enfermizo, desde la primera escena hasta la última, sin respiro.

Art the Clown tiene su propio arsenal, con cuchillas y cuchillos oxidados, sierras, martillos, tenazas, una ametralladora y hasta un lanzallamas. Todo preparado para descuartizar, desmembrar, decapitar, disparar a quemarropa y quemar gente (viva).

Sus matanzas son puro espectáculo, la violencia no podría ser más gráfica y los impresionantes efectos especiales – realizados de manera artesanal, con muy poco CGI- conforman una estética retro al estilo de clásicos como Evil Dead y Bad Taste. Mucho más cerca del formalismo que del realismo, Terrifier 2 hace del gore extremo un modo de expresión, sin avergonzarse de nada. Y le sale muy bien.

Es admirable como Leone revisita y enlaza géneros y clichés típicos del terror. Claro que Terrifier 2 es una película con un payaso asesino, pero también es un mega slasher furioso con torture porn que ocurre en Halloween, con fiesta incluida, en los no tan apacibles suburbios que John Carpenter y Wes Craven exploraron en sus slashers de culto. Es explotation a la enésima potencia, su herencia está presente en cada una de las masacres. Nos hace acordar a películas de la nueva extrema francesa, pero sin el realismo tan verosímil de À l’intérieur o Martyrs. Sobre el final, tenemos una suerte de surrealismo en un parque de diversiones, con casa embrujada y todo. También un neuropsiquiátrico, el broche de oro ideal para tanta insania.

Hay una masacre que es memorable. Ocurre en un set televisivo lleno de niños y algunos adultos. Tantas muertes, de todas formas, en tan poco tiempo. Lo mejor es ver a Art the Clown riéndose en silencio mientras se deleita con la agonía de sus víctimas. Todo mezclando el terror con la parodia. Más políticamente incorrecto, imposible.

Art the Clown no será Pennywise, pero sigue sus pasos. En otro registro y con otro tono, ya se ha convertido en todo un fenómeno. Pennywise mata selectivamente, Art mata indiscriminadamente. De una u otra manera, ambos nos producen un placer culpable. Y, digamos la verdad, nos divierten mucho. ¿Por qué sino veríamos películas tan violentas?